Mi perro es mejor persona que muchas personas



Mi perro es mejor persona que el conductor del autobús de la línea 9 que esta mañana no abrió la puerta a una mujer que llegó corriendo a la altura del autobús y le pidió que abriera la puerta tan sólo 2 segundos después de que la acabara de cerrar y cuando aún no había arrancado.
Debo confesar que siento una especial animadversión hacia los conductores de autobús de mi ciudad, que a diario dan muestras de su falta de cortesía cuando no de cosas peores
Mi perro es mejor persona que el trabajador del servicio de urgencias del hospital de mi ciudad, que anoche robó 40 euros y un décimo de lotería a un anciano moribundo que llegó al hospital desde la residencia en la que vive. Argimiro lleva siempre en el bolsillo de su gastada camisa blanca la paga que mensualmente el administrador de la residencia le da para sus gastos personales, que consisten fundamentalmente en caramelos de la marca El Caserío. También suele comprar lotería que en ocasiones regala a sus amigos. Anoche, en la cama de su habitación, me dijo que cogiera la lotería que llevaba en la camisa para mí. Y la lotería no estaba, tampoco el dinero. Se quedó desconsolado y con ese sentimiento se va a ir de este mundo Argimiro, a quien según la doctora de urgencias no quedan más de unos días de vida.
Debo confesar que siento una especial animadversión hacia los profesionales que trabajan en la sanidad (cualquiera que sea su categoría profesional), porque en los hospitales se viven las mayores muestras de humanidad, pero también de falta de ella. 
Por todo lo anterior, estoy convencida de que mi perro es mejor persona que muchas personas. Incluso mi tortuga o mi pez son mejores personas.


Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

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