Violencia doméstica: consideraciones políticamente incorrectas


Las reflexiones que vierto en este artículo tienen que ver con mi experiencia directa. Por mi profesión conozco muy de cerca el mundo del maltrato familiar. Desde el campo de la psicología clínica, he atendido en mi consulta a mujeres y hombres maltratados y a mujeres y hombres maltratadores. Desde mi trabajo como orientadora escolar en un instituto de educación secundaria, me he visto en la obligación de denunciar personalmente a padres/madres de alumnos ante la sospecha/evidencia de malos tratos en el ámbito familiar.

Voy a mencionar algunas cuestiones en torno a ciertas variables relacionadas con este tema:

1) De qué estamos hablando. Se habla normalmente de VIOLENCIA DE GÉNERO y según la Ley Orgánica 1/2004, de medidas de protección integral contra la violencia de género (conocida como Ley Integral), este tipo de violencia es el que se produce como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, y se ejerce por parte de quienes son y han sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aún sin convivencia.

Prefiero el término VIOLENCIA DOMÉSTICA o VIOLENCIA EN EL ÁMBITO FAMILIAR, sin que me satisfaga tampoco del todo, pero no es tan excluyente o restrictivo como el concepto de "violencia de género". Me preocupa la violencia contra la mujer, por supuesto, pero también la violencia contra el hombre, contra los hijos, contra los abuelos... la violencia que se produce en el ámbito doméstico contra cualquier ser humano, independientemente de género, edad o parentesco. Me preocupa también  la violencia que se produce en el contexto de las relaciones de noviazgo, cada vez más habitual, y que no entran en el término de "violencia doméstica". 

2) El maltratador. Existe la tendencia a atribuir agresividad extrema a desequilibrados psíquicos, a enfermos mentales, pero independientemente del género, la mayoría de los maltratadores son personas "normales", refiriéndome con este término a personas que no padecen ningún tipo de trastorno mental que sea la causa de su problema. 

Se trata de personas, eso sí, con rasgos que predisponen hacia la violencia externa, aquella que se dirige hacia otro. Son peronas machistas (en el caso de los hombres), celosas, inseguras, con baja autoestima, desconfiadas, violentas, frías emocionalmente, acosadoras. 

Estos maltratadores suelen sentirse víctimas y cuando verbalizan los hechos, los interpretan en función de una respuesta a un ataque o provocación previa de su víctima. No tienen remordimientos ni sentido de culpabilidad y cuando lo manifiestan buscando el perdón de la víctima, suele ser en muchas ocasiones fingido. De hecho, utilizan la estrategia del arrepentimiento, para asegurar la benevolencia ante el juicio social que esto conlleva y así reducir los posibles riesgos de ser castigado. Otras veces, emplean la autojustificación a través de la racionalización, criticando así la "maldad" de su víctima haciendo de esta manera comprensible su actitud agresiva contra ella.


Existen otros casos que entran dentro de lo patológico. Se trata de trastornos de personalidad, de personalidades psicopáticas,  relacionados con una falta total de control de los impulsos y la absoluta falta de empatía. En una personalidad así, no existe reconocimiento del problema, pero cuando éste se debe a otros factores emocionales, de tipo cognitivo conductual, es frecuente que el maltratador se reconozca como tal e incluso acuda a pedir ayuda profesional. En la consulta verbalizan situaciones extremas de falta de control, de estar fuera de sí, de no poder evitar hacer lo que hacen y tienen conciencia posterior de que han sido agresores. Con este tipo de maltratador, intervención psicológica tiene una alta probabilidad de disminuir, o incluso eliminar, la probabilidad de conductas violentas futuras.

No obstante, la investigación psicológica sobre el maltratador, su evaluación, diagnosis y tratamiento, ha encontrado fuertes resistencias, desde ámbitos profesionales y gubernalemtales ante el temor de que esa vía sirviera de amparo o justificación a la violencia. Sin embargo, no debemos abandonar la idea de que la violencia tiene cura. 

La rehabilitación del agresor no sólo es posible en muchos casos, sino necesaria para poder romper el ciclo de la violencia -ya sea física o psicológica- y evitar su reincidencia. Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco, asegura que el éxito de la rehabilitación se basa en dos puntos: que el maltratador tenga conciencia de serlo y que tenga una motivación para cambiar. En España, las primeras terapias de rehabilitación de maltratadores se pusieron en marcha en 1995, bajo la coordinación de Echeburúa, con el apoyo del Instituto Vasco de la Mujer y el gobierno local. Los datos reflejan que el 65% de los hombres que se someten a rehabilitación psicosocial abandonan la violencia física y la mayor parte de la psíquica. 


3) Las víctimas. Son mujeres, hombres, hijos, abuelos... Normalmente, tras una mujer maltratada suele haber uno o dos hijos que también son víctimas directas o indirectas de maltrato; por ello, el número de menores que sufren maltrato es mayor que el número de adultos que lo sufren. Pero esas víctimas interesan menos a la administración, que se resiste a contabilizar los casos en sus datos estadísticos y análisis demográficos. Como tampoco se contabilizan los datos referentes a hombres maltratados, a denuncias falsas... 

Me voy a detener en un aspecto concreto que me llama la atención y es el de los beneficios de la victimización. Beneficios a nivel intrapsíquico y social del hecho de sentirse, de percibirse como víctima, lo que en ocasiones llega a la simulación del hecho o a su exageración. 

Cualquier profesional de la salud mental, que se asome habitualmente a las redes sociales, sobretodo a twitter, podrá observar cuentas que responder muy bien a este perfil. Mujeres, fundamentalmente, que explotan su situación de víctimas, reales o simuladas, para obtener beneficios sociales de cualquier tipo. Se trata de llamadas de atención para manipular al otro, al incauto bienintencionado que cae en sus redes emocionales con intención de ayudar y que termina siendo presa de auténticas depredadoras o mantis religiosas de tipo sentimental. Mujeres que retransmiten en directo su "situación de abuso o violencia" y que generan auténticas oleadas de simpatías por parte tanto de otras mujeres que se perciben en su misma situación como de hombres que están dispuestos a armarse con la espada de San Jorge, para acudir a luchar contra el dragón de la violencia machista. 

No quiero ser injusta con las mujeres que realmente sufren esa lacra, pero sí quiero ser especialmente hostil con aquellas que la simulan para obtener beneficios de cualquier índole.

4) Los datos. Según el Instituto Nacional de Estadística, el total de personas registradas como víctimas de violencia de género o de violencia doméstica en 2011 fue de 40.362. De éstas, 37.292 eran mujeres y 3.070 hombres. No he encontrado datos referidos a 2012, pero es posible que no se alejen significativamente de los anteriores. No obstante, el INE refleja datos obtenidos de procesos judiciales y se refiere a procesos con medidas cautelares, del conjunto de casos reales, que no llegan a esos niveles, no existen datos cuantificados. Esos son sólo la punta del iceberg, la mayoría de las situaciones de violencia doméstica no llegan jamás a un juzgado, ni siquiera a una comisaría o acuartelamiento de la Guardia Civil.




En este artículo no he pretendido abordar todas las variables de la violencia doméstica, simplemente, reflejar algunas circunstancias concretas. Dejo otros aspectos para artículos futuros.


Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

2 comentarios:

  1. Buenos dias, somos vecinos en twiter y compañeros de profesión, soy profesor en un instituto.

    Esta muy bien este artículo; el tema es realmente así como tú lo has abordado.

    Esperemos que algún día los políticos se escuchen a los profesionales sin tendencias, imparcialmente.

    Como ya dijiste en otro artículo, los hechos vertidos en este artículo pueden causar controversias y detractores, pero se debería escuchar y legislar o evitar legislar atendiendo a los profesionales de cada sector.

    Saludos.

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    1. Te agradezco mucho este comentario, Vicente. Ojalá llegue ese día en que estos temas se aborden de un modo objetivo, no tendencioso, aunque me temo que ese día está lejos aún. La ideologización creciente de cualquier asunto en nuestra sociedad, nos apartan de los caminos que podrían conducirnos a resolver muchos problemas. Un abrazo!

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