Fossie

Fossie asoma su cabecita de lana por la toquilla entreabierta de su ama. Como si de un Platero canino se tratara, es pequeño, peludo, suave, casi de algodón. Fossie es la vida entera de su dueña, de esa mujer anciana, que lo abraza con ternura y veneración.

Adelaida es empujada en su silla de ruedas, por sus hijos. Cada día por uno, alternándose para darle todo el amor y los cuidados que ella merece y que ellos necesitan también darle. Es curioso lo que ocurre con el amor, crecemos buscándolo, deseosos de recibirlo, pero cuando más se disfruta es cuando se da.

Pasillo arriba, pasillo abajo, la hija de Adelaida pasea a su madre empujando muy despacio la silla de ruedas y le canta canciones antiguas, al oído, muy bajito. Ella canta a su madre, y su madre abraza y susurra al oído de Fossie "mi perrito chiquitín, no tiene frío, yo le arropo" Perro y anciana, cabeza contra cabeza, el pelo gris del can, junto al pelo gris de la mujer. "Mi perrito chiquitín, no tiene frío..."

Su hija avanza por el pasillo, y la escena no puede ser más emotiva y conmovedora. Y de tan emocionante que resulta verla, duele. Duele intuir el silencioso dolor de los hijos tras el ritmo de las canciones que entonan para su madre. Duele ver la mirada perdida de la anciana, posándose en la lanuda cabeza de su perro. Duele ver el lento avanzar de un vida hacia su final... amparada su confusión por el consuelo del único ser al que reconoce, su perro. Un perro que en realidad murió hace dos años y fue sustituido por otro de peluche, muy parecido al foxterrier  que la acompañó en los últimos años de consciencia. Una vez en el túnel en el que entró para perderse, Adelaida es incapaz de distinguir el pelo de la lana y se abraza a Fossie, al único ser que aún recuerda de su vida anterior. Entre sus tinieblas, escucha el cantar de ese hombre y esa mujer que cada día entonan para ella canciones antiguas, que no le son del todo desconocidas, y se abraza a su perro, cuya cabeza asoma por la toquilla que su hija tejió para ella... "mi perro chiquitín no tiene frío..."

Me cruzo con su hija, me sonríe, y entiendo la paz que para ella supone que su madre no cruce en solitario ese negro pasaje de su vida.


Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

2 comentarios:

  1. Quien nunca ha logrado ser seleccionado por un perro como su amo, jamás ha conocido la enormidad del amor, la ternura, la obediencia, la entrega, la confianza y la fidelidad, todo en un mismo paquete.

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    1. Tienes toda la razón, Rafael. Yo tengo ese privilegio, y por lo que veo, también tú. Me alegra "verte" de nuevo. Un abrazo!

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