El secreto mejor guardado de Pablo Iglesias

Acojonaíto está Pablo desde el domingo. Que no duerme, vamos.  Su amigo Alexis Tsipras, le ha jugado una mala pasada ganando en Grecia (joroña que joroña)

Rezando anda por las esquinas nuestro Pablo para que Alexis no la cague y le descubra el pastel  del programa/trampa. Ese programa que se diseña para llevarse de calle a los más tontos, a los que aún creen en el ratoncito Pérez–Pablo.  Como Alexis  meta la pata, a ver cómo la saca Pablo (la pata)

Veo a Pablo desinflarse por momentos. Hay días en que le noto desorientado, con esa mirada bovina-bobina, intentando ver más allá del presente, intentando avistar ese futuro incierto que le causa pavor.
Qué distinto de aquel Pablo vital, sonriente, hostigador, de los primeros tiempos. Un hombre que echaba fuego por la boca y la mirada y a cada fogonazo despertaba el clamor general de los pirómanos del país.

Pablo se mira al espejo y se complace con la imagen que le devuelve: un Pablo revolucionario-ché, Ché-Pablo, avanzando victorioso brazo en alto, empuñando la hoz y con el martillo colgado al cinto. Pablo-líder, salvador. Pablo-dios (de ahí esa cuidada imagen que en ocasiones puede recordar a un jesucristo-superestar). Cuántos mensajes subliminales nos envía Pablo sin abrir la boca.

Pero últimamente anda preocupado, sobre todo desde  la publicación de las encuestas  con las intenciones de voto. Se da cuenta de que el juego se le ha ido de las manos y él, que sólo pretendía jugar a ser un líder, se da cuenta de que hay gente que le va a poner en el brete de hacerle cumplir lo que promete  ¡Ay, si pudiera tragarse sus palabras! Si pudiera volver a atrás seguro que se lo pensaba dos veces antes de lanzar florituras por la boca.

Se le ve mala cara últimamente. Le noto más delgado y seguro que en sus noches de insomnio se ve saliendo a saludar al balcón de la roja sede de Podemos en una noche de borrachera electoral, en la que todos los incautos e ingenuos del país le han hecho la faena de votarle. Y en esas pesadillas se ve despertando aterrorizado en una cama de la Moncloa, lugar del que no podrá salir hasta cumplir todas y cada una de sus promesas.

Pablo, si no sabes, pá qué te metes. Para otra vez te lo piensas dos veces antes de hablar. Pablo-presidente, ¿y ahora qué? ¿Qué hacemos con la deuda? ¿Qué hacemos con el paro? ¿Qué hacemos con los impuestos? ¿Qué hacemos con los pobres? ¿Qué hacemos con los ricos? ¿Qué hacemos con la Iglesia, presidente Iglesias? Y te despiertas sudoroso de esa pesadilla y rezas para perder las elecciones. Que gane Mariano y así poder tú seguir  jugando a “revolucionario por un día”, porque si gana Pedro no te va a sentar tan bien el traje de estrella bolchevique.

Qué será de ese Pablo irreverente, polémico, estrella del late-night, repartiendo estopa a diestro (pero no a siniestro) ¿Ganar las elecciones y dejar de aparecer en la tele? ¡Ni de coña! Ganar significa independizarse, dejar la casa familiar y sentar la cabeza. Dejar tus juegos de rol y compórtarte como un adulto ¿Estás preparado para eso, Pablo?

También debe preocuparte la gente que te sigue. Tú no eres malo, pero el partido se te ha llenado de lo peorcito de cada casa y a ver cómo les cuentas a esos, que matar es de mala educación. Que hay muchos con ganas, como reconocen sin complejos en sus cuentas de twitter y facebook. Les has abierto el apetito, y a ver cómo lidias con ellos si llegas a ganar las elecciones. Algunos han abierto la veda, aunque deploráis la caza. Todo depende de la pieza a batir, parece ser. Andan hambrientos y sedientos, y no parece que se vayan a conformar con lo que quieras darles. Ay, Pablo, si hicieras caso a tus mayores, cuando te dicen “quien siembra vientos recoge tempestades”.

Te veo enviando guasap a Mariano, la noche antes de las elecciones: “buena suerte, compañero” Porque ese es tu deseo inconfesable: que el PP vuelva a ganar las elecciones para garantizarte el puesto de trabajo como rebelde sin causa. Lo que mejor sabes hacer. Que las causas son cansadas y a ti te veo “mu flojo” y por eso, llegado el momento, introducirás en la urna una papeleta del PP. Ese es tu secreto mejor guardado.

Porque tu estado natural es la calle, la revolución, la revuelta, reunirte con la pandi y rastas al viento enfrentaros a la poli. Cómo cambian las cosas, ¿eh, Pablo? En los 80 corríamos delante de los grises y ahora corréis tras los polis, ladrillo en una mano, palito para selfies en la otra. Revolucionarios de youtube y guasap. Y que os sacudan de vez en cuando, disimular, que una buena hostia da prestigio y puntos para subir de nivel como revolution-man.

Game Over, Pablo.
Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

2 comentarios:

  1. Abrumador y arrebatador post, de una imaginación excelsa. Ni te imaginas lo que lo he disfrutado, y la inyección de positivismo que transmite al lector. Me apunto a ver la botella medio llena. Gracias Pilar.

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  2. Curioso planteamiento, Pilar, y lo más curioso de todo, que huele a real. Espero que sea la consecuencia de tu buena pluma y tu excelsa imaginación, porque si Dios no media, vamos a tener Pablo para rato.

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