El pasado nos persigue

Todos tenemos un pasado y esta obviedad no tiene ninguna trascendencia en el común de los mortales. Nuestro pasado condiciona nuestro presente y más aún nuestro futuro. Otra obviedad, que tampoco tendría más relevancia si no fuera porque vivimos en la era de Internet. Nuestro pasado nos condiciona sobre todo si lo hemos compartido públicamente en el ciberespacio. Poco importa que yo me haya emborrachado en mi juventud, que haya acudido a playas nudistas, que haya lanzado improperios contra mi gobierno o haya alterado el orden público, si no existe constancia de todo ello en algún lugar de "ahí arriba".

Las grandes compañías utilizan desde hace tiempo el rastreo en la red para recabar información que complete la que los candidatos a un empleo detallan en sus CV. De nada servirá poseer una formación exquisita si alguien encuentra una imagen o información que delate que en una ocasión superamos el límite de velocidad o nos vestimos de Hitler en una fiesta de disfraces. De poco servirá mi don de gentes o mi dominio de las lenguas, si existen documentos gráficos de que ese dominio se extiende mucho más allá del lenguaje.

El pasado, en la época actual, no sólo nos condiciona sino que es capaz de perseguirnos y terminará por darnos alcance por mucho que tratemos de huir. Por suerte también está al alcance de cualquiera la posibilidad de echar un vistazo al pasado de los demás. Podemos asomarnos a la pantalla de nuestros dispositivos y rastrear el pasado de los que nos rodean y regocijarnos en él, alabarlo, juzgarlo o criticarlo.



Cada día construyo mi pasado procurando desde mi presente no dejar huellas virtuales que puedan ser utilizadas contra mí en el futuro.Cuido lo que comparto, ya sea propio o ajeno, porque al hacerlo muestro mi personalidad, mis actitudes, mis fobias y mis filias. Cuido también mi imagen, en las escasas ocasiones en que la hago pública, porque nada me desagradaría más que alguien pudiera hacerse de mí una idea condicionada por un pelo descuidado o una ropa poco conjuntada.

Cuando es mucho lo que hemos compartido, cuando gran parte de nuestra biografía es pública, nada podrá hacerla desaparecer por más que en un momento determinado lo intentemos. Nuestra historia puede volverse en nuestra contra y mostrarse repentinamente ante nosotros, amenazante.

Esa amenaza se ha materializado en estos políticos de nueva cuña que intentan desesperadamente construirse una imagen inmaculada que puedan presentar como contrapunto a la corrupción de la casta. Pero de poco sirven el tono mesurado del líder, su camisa blanca, el discurso proactivo del segundo de abordo, del mensaje que todos ellos nos lanzan como ráfagas de metralleta vendiéndonos un futuro feliz de su mano; de poco sirve todo ello, si al asomarnos a la ventana de su pasado, necesitamos cerrarla de golpe ante el hedor que desprende. A estos el pasado les ha alcanzado de lleno y se les ha echado encima, derribándoles. En nosotros está ayudarles a auparse –con el riesgo que eso conlleva-, o pasar de largo y permitir que todos ellos se conviertan en un fugaz recuerdo. Ha llegado el momento en que podemos (Podemos) elegir entre convertir a todos ellos en recuerdo irrelevante o en pesadilla futura. 

Animo a la ciudadanía a revisar imágenes, vídeos, podcast, cuanto más antiguos mejor, de esta gente. Escuchar lo que decían y hacían, cuando aún eran más anónimos que públicos. Cuando no tenían pelos en la lengua, en esa lengua que ahora se les llena de pelos que intentan maquillar su pasado y su ideología. Por suerte existe Youtube, ese lugar en el que descansan las mentiras pero también las verdades y la verdad de estos está registrada en formato mp4. Por suerte para todos, o al menos para los que quieren conocer la verdad. No olvidemos que la verdad nos hará libres, palabras de Jesús que es preciso recordar hoy más que nunca, cuando existe un partido que quiere, precisamente, masacrar tanto la verdad como la libertad.


Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

1 comentario:

  1. Nadie es lo que fue ayer. La evolución personal, con más motivo cuando se trata de analizar un periodo de tiempo amplio, e una realidad universal ¡Pobre de quien no evolucione!
    Que en la red queda huella de ese proceso… que terceras personas sacan conclusiones erróneas, porque no saben discriminar el contexto en que se han producido las diferentes manifestaciones de la persona analizada… Todo ello cierto
    Dos conclusiones:
    Como observado, ser consciente de la propia evolución y del rastro que tal circunstancia ha podido generar.
    Como observador, tomar conciencia que las personas no somos una fotografía, sino, en el más simple de los supuestos, un video.
    Respecto al fondo de tu artículo, que lo dejas en la lectura entre líneas, no es el pasado de los elementos de Podemos lo que debe preocuparnos a los ciudadanos, sino su presente más taimado y más comprometido con intereses de naciones (Venezuela y otras) con cuyo modelo político, social o económico, no tenemos nada en común.

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