No quiero la verdad

Hay lugares en los que sólo se debería hablar de vida. Hay personas que deberían hablar más de vida,  aún cuando la vida de la que hablan sea ya casi una mentira.  Hay momentos en los que se usa "la verdad" de un modo tan directo,  que se clava en la carótida de quien escucha,  hasta dejarlo sin sangre. 

A mí no me vengan con verdades que no pido.  Bastante tengo ya con las verdades que intuyo...
Calle ante mí quien presuma de hacedor de verdades y termine convertido en verdugo,  que busca masacrar al otro con su verdad. 

Si yo no pregunto,  no me ponga plazos,  no me taladre el corazón con detalles que prefiero ignorar.  Si no se lo pido,  no acabe con mi leve esperanza,  vulgar malhechor de bata blanca. Guarde su verdad para quien la crea,  para quien la necesite,  para quien haya tirado la toalla y ya no tenga fuerzas para resistir.

Hay lugares en los que debería haber menos verdad y más aliento.  El tiempo que pierden algunos en decir su verdad,  podrían emplearlo en luchar para que no ocurra,  en acariciar el dorso de una mano, o en rezar. 

Guarde su verdad, yo no se la he pedido. Guarde su verdad cuando tras ella no se vislumbre el azul claro sino el añil más oscuro.  Guarde su verdad,  no la lance contra mí para estrellarla,  porque de las bocas de quien viste de blanco o de verde,  debería hablarse principalmente de esperanza y de vida.  No quiero su verdad oscura y fría,  silenciosa. Ninguna verdad así me interesó jamás. No es más valiosa su verdad que la mía ni más valiente quien pregunta que quien sospecha.



Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

1 comentario:

  1. Yo tenía unos primos mayores que yo que, cuando venían al pueblo a vernos, siempre me decían —Vamos a la sierra a cazar brujas—. Aquello me inquietaba, hasta el punto de que un día, cuando yo ya era un poco más mayor y me largaron la perorata, yo les contesté —Cuando nos encontremos a las brujas, quién corre, ¿la bruja detrás de mí, o yo detrás de la bruja?
    Desde entonces he defendido que es mejor correr detrás; ser tú el cazador, no el cazado; que lo mejor es preservar la paz, pero que llegado el momento de la guerra, es mejor atacar que defender, salvo que no tengas nada que proteger y prefieras irte corriendo.
    Respecto a la realidad, prefiero ser el que la busca que el que trata de abstraerse de ella, porque sé que antes o después te encuentra y te descompone el mundo idílico que diseñaste desde tu torre de marfil.
    Siento disentir, querida Lagartija, ni la esperanza es auténtica, sino sumisión; ni la vida es plena, si no están basadas en una verdad buscada, en una realidad contrastada.
    Para todo lo demás, como en el anuncio de las tarjetas Visa: La fe.

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