Cuánto mide el infierno


Laura vive presa en un cuerpo que no la acepta y se niega a darle la confortabilidad que la niña merece. Se expresa con su mirada divergente, con la que intenta apresar un mundo demasiado grande y demasiado extraño. Y ese cuerpo que no la reconoce se ha ido convirtiendo, poco a poco, en un infierno de espasmódico dolor. Un infierno de 1,30 de largo.

Samia vive en un país en el que llueven bombas.  Un país atravesado por balas y cuchillos.  Intenta huir pero no existen caminos y el horizonte no es más que un lugar desde el que saltar al precipicio. Samia no habla ni se mueve.  Permanece quieta y silenciosa, oculta tras el pavor que le provoca su propia existencia.  Vive en un infierno tan extenso, que abarca ríos de sangre que bajan de las montañas en las que yacen, insepultos, sus vecinos.  Aroma de persecución y muerte en un infierno de 186,475 km2.

Alberto respira con la frecuencia que marcan los dígitos y el canal que insufla aire a su garganta exhausta es a la vez su cielo y su infierno. Cielo de oxígeno, infierno de rabia y pudor, el pudor que lloran sus ojos impotentes que dirían, si hablaran, que alguien le ayudara a cerrarlos para siempre y huir de su cama infierno de 3 m2.

Cati se mira de nuevo al espejo para guiar su mano por las manchas de dolor que recubren su piel. Verde para tapar el morado, amarillo para cubrir las rojeces. Domina la paleta de color, cual artista ante su lienzo, pero no es arte lo que mana del pincel.  Cati explora su piel rugosa y con cada nuevo golpe se jura que algún día abandonará ese infierno de 50 m2, juramento que entierra cada vez más hondo, como el lugar en el que puede acabar cualquier mal día.

¿Cuánto mide el infierno? 

Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

3 comentarios:

  1. Difícil respuesta, Lagartija. Tan difícil como sencillo es imaginar el tamaño de Dios.
    Si comparamos el Dios que imaginamos hoy día con el que debieron haber imaginado nuestros ancestros de hace miles de años, llegaremos a la conclusión de que el de ahora es más pequeño que el de entonces, porque de este hemos sacado, para ponerlo en los libros de ciencia, la naturaleza del fuego, de las tormentas, de la redondez de la tierra, del funcionamiento de las mareas, del funcionamiento del átomo… y aun así, nos sigue pareciendo infinito, porque quedan tantas cosas que desconocemos encerradas en Él, que el infinito es la magnitud que podemos imaginar que Le queda más cerca.
    Desde este punto de vista, supongo, y eso es una opinión muy personal, que el ser humano tiene necesidad de Dios, no por tener a quien temer, a quien amar o a quién pedirle cosas imposibles, sino por tener un espacio donde depositar todo lo que desconoce, lo que no es capaz de imaginar, lo que le parece inenarrable.
    ¿Qué tal, si intentamos aplicar este criterio para calcular el tamaño del infierno?
    A mí me basta con que sea tan grande como para que en él quepan todos los malos royos. Supongo que, como psicóloga, lo entenderás mejor que yo.
    ¡Veras, que al final le voy a dar la razón a los seguidores de Moisés!

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  3. Necesidad de Dios... Los humanos tenemos la necesidad de sentirnos seguros e imagino que algunos depositan su confianza en Él por ese motivo. Yo no consigo sentirme segura, por más que lo intento. Un abrazo

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