Españoles, ¡ha llegado la hora!



De un tiempo - demasiado tiempo- a esta parte, los españoles nos despertamos sobresaltados con demasiada frecuencia. Se multiplican los problemas y con ellos los enemigos de nuestra querida patria. Y digo PATRIA con orgullo y sin pudor, con la cabeza alta, la voz ronca de tanto repetirlo y las mejillas rojigualda.

Pero al tiempo que el orgullo bombea mi corazón, la vergüenza y la ira se han apropiado de mi hígado, allá donde Hipócrates situaba la bilis amarilla.

Vergüenza al conocer el expolio que cometen con nosotros quienes deberían velar por nuestros intereses, al saber que quienes debieran ser más ejemplares, son los más ruines, deshonestos, corruptos y facinerosos.

Vergüenza también al asistir a la pérdida paulatina de todo lo que nos hizo grandes, de los valores que nos transmitieron unos antepasados que se dejaron en ello la vida o las fuerzas. La grandeza, el honor, la honra, la bravura, la honestidad, la entrega, la solidaridad, la esperanza... yacen bajo las pisadas de miles de compatriotas que se empeñan furibundos en reescribir nuestro pasado para dar un golpe de timón a nuestro presente y llevarnos a un futuro sobrecogedor.

Unos enemigos que desean un nuevo estatus para mi querida España, tiñendo de rojo la totalidad de mi bandera, de rojo las urnas, de rojo las leyes... hasta encerrar nuestras libertades en la roja prisión de su locura.

Otros enemigos que pretenden, cual segadores con la hoz en alto, desbrozar de un golpe el tejido invisible que nos une, como hermanos que somos de una misma madre. Nos golpean con la ciega furia de la locura colectiva, hipnotizados, y perdida ya la razón y la decencia, hasta que llegue el día en que por el miembro amputado nos desangremos todos, ellos y nosotros.

Es la hora, españoles, es la hora de reaccionar y honrar a quienes, valerosos, nos precedieron y nos entregaron un país grande, fuerte y unido.

Es la hora de demostrar que somos dignos herederos de nuestro pasado y acreedores de un futuro, como mínimo, tan grande como los siglos de grandeza que nos han puesto en el lugar de la historia en que nos encontramos.

Es la hora de hacer nuestra la voz colectiva que grite al enemigo ¡BASTA! y lo derrote con toda la fuerza de las leyes que deben ser esgrimidas por un gobierno fuerte y decidido.

Es la hora de exigir, a quienes hemos situado en disposición de hacerlo, que acalle, expulse o detenga a tantos enemigos que nos acorralan.

Es la hora de moverse, de llenar las plazas, las calles, los balcones, las playas, la meseta, las montañas... de pisadas, de banderas, de voces desgarradas y miradas decididas.

Es la hora de ir todos a una, en la misma dirección, con un latido común, para protegernos, defendernos, y hermanados sentir que somos un único pueblo con una única historia. Que somos grandes, que somos muchos, que somos fuertes, que somos capaces de movilizarnos cuando el momento acucia, cuando la amenaza hierve.

Ha llegado la hora. Es tiempo de moverse.


Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

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