"Me dijeron que me violaron"



Fuente: Pixabay

-Estudié peluquería y al terminar me vine a vivir a la ciudad, para buscar trabajo. Como no encontré trabajo de peluquera, me puse a servir en casa de unos señores muy buenos. Luego me violaron y me tuve que volver al pueblo -me cuenta su vida, ambas sentadas al sol, en una inusualmente fresca tarde de julio.
-Qué quieres decir con que te violaron? -le pregunto, sorprendida.
-No lo sé, -prosigue, levantando su mirada hacia mí, buscando algún indicador de si debe proseguir o si ha ido demasiado lejos en su relato-, pero me lo dijeron mis hermanos y por eso me volví al pueblo. Yo quería quedarme en Madrid y ser peluquera... pero no pudo ser. Pero no sé por qué.
-¿Y nunca volviste a Madrid? No, para que no me volvieran a violar.

Quinita me mira desde el fondo de sus ojos. Unos ojos tristes que miran hacia adentro y tratan de encontrar en su mente escindida, esos sucesos que otros le han dicho que le acontecieron, pera que ella ni recuerda ni encuentra.

Cuando relata hechos dramáticos de su vida, se entristece, aunque no los recuerde. Sus emociones están condicionadas por ideas de otros, por sucesos que otros dijeron que le ocurrieron. Intuyo que muchos de ellos no sucedieron de verdad, pero se lo hicieron creer, por algún motivo. Seguramente una familia protectora, unos hermanos preocupados, una madre intranquila, no encontraron mejor modo de protegerla del mal, que hacerle creer que el mal ya había pasado por su vida, y debía huir de él.

Quinita cree que debe protegerse de los hombres, sobre todo de los hombres de la ciudad, que avasallan a las mujeres como ella. A las inocentes, incautas, vulnerables, mujeres niñas. Su madre se lo repetía a diario, hasta que no pudo hacerlo más y ahora que Quinita ha dejado de oírlo, se pregunta si debe seguir protegiéndose. Ya no hay hermanos ni madre a su alrededor, y en su desamparo se encuentra perdida. Absolutamente. Y me pregunta si los hombres siguen violando, como cuando ella era joven. No lo recuerda, pero siempre oyó que le ocurrió y ahora, que ya nadie se lo dice, comienza a dudar. Yo no sé cómo protegerla ni de qué.

Quinita, la hija madre
Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es