Se equivoca la ONU, porque el 100% de la humanidad sufre alguna discapacidad, aunque no la tenga regulada o reconocida.
Esos mil millones no son discapacitados, sino personas con capacidades diferentes. Trabajo con ellos, vivo con ellos, y conozco muy bien sus posibilidades.
No soy más capaz que Ana, mi alumna ciega, de quien admiro su constancia y fuerza. Nunca seré tan hábil como ella en el manejo de las situaciones problemáticas.
No soy más rápida que Luisa, quien desde su silla de ruedas se ríe cada día de mi imcompetencia en el manejo de los medios informáticos y mis lapsus de memoria.
No soy más inteligente que Mario, el alumno académicamente más exitoso que he tenido nunca. En un informe pone "síndrome de Asperger", pero vaya usted a saber.
Admiro la competencia social de Lidia, con síndrome de Down, quien tras su carita redonda y preciosa, conquista a todo el mundo y se convierte en el centro de cualquier reunión.
Envidio las ganas de vivir y el afán de superación de Javi (felicidades, hoy es tu santo), y la valentía con que se enfrenta al dolor, cada día de su vida, con sus múltiples discapacidades a cuestas ¡Yo habría tirado la toalla hace tanto tiempo!
¿Discapacitados ellos? ¿En relación a quién? No, discapacitados somos todos; ellos, usted y yo. Las habilidades, competencias, capacidades, no son uniformes ni constantes. Todos somos hábiles en unas cosas y torpes en otras. Todos tenemos capacidades diferentes.
La peor discapacidad de todas, no obstante, es la moral, ni la física ni la sensorial ni la intelectual. LA DISCAPACIDAD MORAL. Y esa abunda. Cada vez más. No tiene que ver con el cuerpo, sino con el alma. No hay mil millones de discapacitados morales en el mundo, hay muchos más, en todas las esferas.
Discapacitados morales nos gobiernan, dirigen el mundo de la política, las finanzas, la justicia... Esos son los peores, porque sus posibilidades de hacer daño son infinitas y nos lo demuestran cada día.
El 3 de diciembre es el día europeo de las personas con discapacidad. El resto del año, es el día, los días, de esa otra discapacidad silenciosa y corrupta que no tiene cura ni tratamiento.
La discapacidad más peligrosa es no tener corazón...Cuanta verdad. Enhorabuena.
ResponderEliminarNo imaginas cuánto agradezco tus comentarios. Gracias!
ResponderEliminarMaravilloso !!!!
ResponderEliminarMuy agradecida :-)
EliminarSublime. No es que lo leas, lo devoras y cada vez te superas: si eso puede ser, para emocionarnos. Gracias por compartir y propagar valores.
ResponderEliminarGracias por tu generosidad y tu aliento. Tus comentarios significan mucho para mí. Un abrazo!
EliminarDesde mi ignorancia, me emociona saber que todos somos más o menos iguales.
ResponderEliminarGracias por haberlo expresado con esa sensibilidad.
Gracias a ti, Rafael, por leerme y por tu comentario. Un abrazo!
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