Aquel año adelanté la Navidad para ti. Un mes de octubre,
allá por el Pilar, nació el Niño, despedimos el año y vinieron los Reyes con
sus alforjas llenas. Aquel octubre cantamos, comimos y brindamos vestidos todos
de verde, el color original de San Nicolás. Bata verde, aséptica, como la
esperanza misma.
Este año, sin embargo, voy a retrasar la Navidad. No me
conviene que sea este mes. No te conviene. No habrá adornos, villancicos, celebraciones,
comidas, bebidas, misas, regalos, reuniones familiares. Nadie pronunciará esa
palabra ante ti y el 24, el 25, el 31 y el 5 carecerán de significado. Bata
verde, pero a veces la esperanza muda de color y se muestra esquiva, como los
camaleones.
Recuerdo un villancico que cantaba mi
abuela.
En su máquina de coser, pedalea que pedalea;
a sus pies, la escuchaba, enamorada de ella.
Ella cantaba ese villancico las tardes de melancolía, que
eran casi todas las tardes del año.
Madre en la puerta hay un niño,
más hermoso que el sol bello,
diciendo que tiene frío,
porque viene casi en cueros.
Pues dile que entre y se calentará,
porque en esta tierra
ya no hay caridad.
La Navidad no es un tiempo, es un estado. Navidad es
sentirse anclado a la vida, agradecido por recibirla.
Navidad es contemplar tus ojos vivos,
es escuchar la vida en tus latidos.
Navidad es vivir, sentir, amar, convivir. No hay Navidad en
soledad, ni la hay en los espacios yermos de una convivencia maldita. No hay
Navidad sin niños, sin risas, sin abrazos, sin juegos.
La Navidad se siente igualmente
en diciembre, en julio, en noviembre.
La descubres de repente en una mirada,
Y hay sonrisas que llevan la Navidad
dibujada.
La Navidad no pasa, nos espera. Sin prisa, para cuando
estemos preparados para vivirla. Jesús nace todos los días. Jesús nace, si se
le espera, en todas las casas y a todas llega. O a casi todas.
Este año
saltamos de noviembre a febrero.
Sin belenes, ni árboles, ni niños
tamborileros.
Este año ni Navidad, ni diciembre ni enero.
Si tú no puedes disfrutar, yo ni puedo ni
quiero.
A mi puerta este año no llama el Niño.
No hay nadie en casa ¡y dentro hace frío!
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