No puede llorar, pero una lágrima se desliza en ocasiones por su mejilla.
No puede gritar, pero a diario nacen quejidos de su garganta.
No puede reír, pero sus ojos inexpresivos a veces miran con alegría.
No puede hablar, pero su boca dibuja un saludo, un beso, un “gracias”… un “duele".
No puede moverse, ni ver, ni tocar, ni entender, pero vive.
Vive prisionero en un cuerpo fatigado, exhausto, que nació ya quebrado.
Vive prisionero en un cuerpo fatigado, exhausto, que nació ya quebrado.
Vive
sin entender por qué ni para qué, con quién ni dónde.
Y así día tras día, desde
el primero hasta el último.
Toda una vida, año tras año.
Ni un día sin dolor.
Si pudiera hablar, no sé qué nos diría. Qué os diría. Que así no. O quizás sí.
Toda una vida, año tras año.
Ni un día sin dolor.
Si pudiera hablar, no sé qué nos diría. Qué os diría. Que así no. O quizás sí.
Yo, en su caso, no. Rotundamente NO.
Rotundamente no, Lagartija.
ResponderEliminarUn post tremendamente emotivo y que no me es desconocido.
Feliz noche