Víctor va a enterrar a su madre el día de la madre. Cualquier día de es malo - o bueno- para morir, pero hay días más inoportunos que otros. No sé si la cruel efemérides hará el hecho más doloroso. Ignoro si el dolor tiene un límite y llega un momento en que no se pueda añadir más dolor al dolor.
En todo caso, hoy Víctor va a morir más rápidamente que otros días. Vivir no es más que rodar por la pendiente de la vida, hasta caer en la muerte y hoy Víctor sentirá que la velocidad de caída ha aumentado. Me confiesa que desea irse con ella y sé muy bien lo que cuesta quedarse. Él lo va a saber desde hoy.
En el día de la madre dirá a la suya el adiós definitivo. Mal día, funesto día en que él había planeado pasear con ella bajo el sol, como cada día, y ver la explosión de vida de los cerezos cercanos, y escuchar los trinos de los pájaros preparando sus nidos para recibir a la vida. En estos días, la vida está llena de vida, lo que hace más duro aún decir adiós.
Adiós, madre.
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