Salen de esos lugares estupendos y acuden cada mañana a sus institutos, ¿y qué les espera en ellos? Aulas a menudo frías, suelos a menudo sucios, pupitres viejos, deteriorados, pequeños y bajos (¿a nadie se le ha ocurrido que si la estatura media de los jóvenes españoles ha aumentado en las últimas décadas, también debería hacerlo de modo proporcional el mobiliario de estudio?)
Las paredes suelen tener desperfectos, las ventanas a menudo no cierran bien. No existen elementos decorativos ni accesorios bonitos. Las aulas suelen parecer celdas, de puro austero. Normalmente. Me refiero a los centros públicos, claro.
Cuando un adulto se incorpora a un puesto de trabajo, lo hace suyo, lo tunea. Una planta, una foto del niño, un pisapapeles bonito, un objeto de recuerdo, etc. Si nos dejan, hasta ponemos cuadros o cambiamos la posición de la mesa, buscando el sol.
Los adolescentes salen de sus palacios para pasar cada día 6 horas en lugares inhóspitos. No están a gusto, y se les nota. Se revuelven continuamente en sus sillas, totalmente inadecuadas para soportar 6 horas en ellas. En esas condiciones, se da el caldo de cultivo propicio para que algunos no se centren como debieran y otros manifiesten conductas disruptivas. Yo lo tengo claro, si cuidáramos la estética de los centros, algo cambiaría a mejor. Seguro.
Dios los bendiga por su informacion
ResponderEliminarHola es bonito
Eliminarno me gusto
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