INTERNET: ventana para volver al pasado

Vivimos inmersos en un mundo digital, que ya tenemos absolutamente normalizado y las Nuevas Tecnologías han dejado ya de serlo, aunque se sigan llamando así. Hacemos videoconferencia y nos parece normal. Paseamos virtualmente por las calles de cualquier ciudad que elijamos, y nos parece normal. Compartimos nuestros trabajos con medio mundo y nos parece normal. Pues a mí, cuanto más lo pienso, no sólo me parece que no es normal sino que es extraordinario, por no decir milagroso (las lagartijas no tenemos sentido de trascendencia, todo el mundo lo sabe).

Llevo un tiempo entusiasmada con la idea de recuperar mi pasado, ¡y lo estoy consiguiendo!

  • He vuelto a visitar las aulas del colegio que dejé hace muuuuchos años. Ahora están renovadas, claro. No las reconozco, aunque el patio es el mismo que recuerdo, aunque ahora parece más pequeño.
  • He buceado en buscadores y redes sociales indagando qué fue de mis antiguos compañeros de colegio o al menos de aquellos cuyo nombre aún recuero. A varios de ellos les he enviado un mensaje de saludo, pero sólo una antigua amiga me ha contestado (mi amiga Soledad) ¿Los demás no me recuerdan? No lo creo, seguro que sí, pero supongo que me tomarán por una chiflada. Pero tengo la esperanza de que finalmente pulsen el "reply". No obstante, les he seguido la pista. Una compañera es ahora pintora, buena pintora. Otro tiene un restaurante, otro una peluquería. Otra es profesora de Primaria. Ellos llegaron lejos, yo me quedé en lagartija, lo cual no se si es llegar lejos o no.
  • Hace unos meses escribí un mensaje de saludo a un profesor de francés que tuve hace 35 años, aproximadamente, ¡y me respondió! Decía que me recordaba, pero eso sí que no me lo creo, debió ser pura cortesía, porque sus palabras fueron muy amables, lo que me hace reafirmarme en la idea de que o bien no me recuerda o me confunde con otra alumna. No creo que mis profesores tengan buenos recuerdos de mí. No fui buena estudiante y tampoco me portaba demasiado bien.
  • Me marché hace muchos años de la ciudad en la que pasé mi infancia, pero en ocasiones enciendo el ordenador y camino por sus calles. Ahora todo parece más pequeño, las casas más viejas y las calles más estrechas. Odio que hayan peatonalizado algunas calles ya que las cámaras de Google Earth no entran en ellas.
  • Incluso estoy recuperando mis juguetes. Los reales se fueron quedando por el camino de mi vida y ya no los conservo. Sólo guardo en mi memoria imágenes gastadas de algunos de ellos. Gracias a mi amigo Google tengo las imágenes de mis juguetes preferidos, imágenes que he guardado en el escritorio de mi portátil. Cuando abro esos archivos, no sólo veo las fotos de mis muñecos, o de los libros que tuve hace toda una vida, sino que revivo la ilusión que me proporcionaron, multiplicada por 100. Mi querida muñeca Mamá Luchy, mi querido Bebé Pucheritos. No sé en qué parte del camino os perdí, pero ahora os tengo un poco más cerca. También guardo una imagen de Parlanchín, un muñeco que desee durante mucho tiempo, pero los Reyes Magos siempre encontraban otros juguetes alternativos que dejar en mis zapatos.

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Mamá Luchy

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Bebé Pucheritos
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Muñeco Parlanchín


Internet es una ventana a la que asomarnos y vernos a nosotros mismos, en otro tiempo. Y seguimos dejando una estela, publicando archivos o participando en redes sociales. ¿Qué descubriré de mí misma cuando teclee mi nombre dentro de 40 años? Y si entonces yo ya no puedo teclear, ¿qué descubrirán de mí mis descendientes? Miedo da pensarlo.

Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

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