Aclarado esto, debo comenzar diciendo que siempre me ha gustado conjugar lo didáctico con lo humorístico. Considero que con buen humor se aprende con más ganas y mejor. El humor (el buen humor, claro, del otro ya hablaré otro día) es una herramienta imprescindible para adaptarnos al medio, sobre todo al cada vez más hostil medio en que nos desenvolvemos quienes nos dedicamos a esto de la educación.
En mis clases suelo concluir los temas con pinceladas humorísticas, recurriendo a vídeos que encuentro por internet, bien de gags variados o de canciones, todos ellos de cómicos reconocidos.
A lo largo de los años me ha ido ocurriendo algo muy curioso y que necesito exponer para ver si alguien me da una explicación y es lo siguiente:
Mis alumnos cada vez ríen menos y entiéndase por reír aquel gesto facial que va desde la leve sonrisilla a la declarada carcajada. Pero no ríen no por motivos de índole personal sino porque no comprenden las situaciones que les propongo.
En mis clases de Psicología -en Bachillerato-, suelo recurrir frecuentemente como colofón de los temas, a canciones del genial grupo Les Luthiers, cuyas letras abordan casi todo el temario de la asignatura. Por ejemplo, en el tema de Educación afectivo-sexual (celos, amor, infidelidad, etc.) suelo utilizar estos vídeos:
A mí me parecen geniales. Pues curso tras curso, me parece que a los alumnos cada vez les hacen menos gracia, y los alumnos no son los mismos, claro. Cuando se los pongo los ven por primera vez. Y no les hacen gracia porque no los entienden.
- Para la asignatura de Orientación Laboral, les puse este semana una parodia de José Mota, ambientada en el programa Cuarto Mileno.
Todo esto debe tener relación con la comprensión lectora. Nuestros alumnos hoy en día -en un número preocupante-, no comprenden lo que leen. Pues me temo que tampoco comprenden lo que oyen ni lo que ven. Se trata de un modo de analfabetismo ya que operan a un modo de comprensión directo, muy simple y por eso el humor les cuesta. El humor que yo les propongo precisa cierta dosis de inteligencia, de manejo del absurdo, de comprensión del doble lenguaje, de la ironía.
Estos chicos sólo se ríen con las desgracias del coyote cuando persigue al correcaminos. Pues, ¡hala! a reír todos:
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