Vivir con 3 perfiles es una suerte de esquizofrenia que me obliga a estar en continuo estado de alerta.
- Tengo un perfil oficial con el que me hago visible en la red como profesional. Con ese perfil y ese nombre tengo varios blogs de trabajo, 1 perfil deTwitter y 1 perfil de Facebook. Es como más conocida soy en la red. Tengo muchísimos seguidores, todos de mi ámbito laboral, con los que intercambio opiniones y recursos. Mis tweets y mis "me gusta" se relacionan directamente con mi profesión y procuro en todo momento ser políticamente correcta, para no defraudar a nadie. Tengo un prestigio que no quisiera perder. Este es un perfil que cuido mucho.
- Tengo otro perfil profesional, para mi segunda ocupación. Es menos relevante ya que se trata de un oficio menos público que el anterior. Tengo pocos seguidores y también sigo a pocos. Lo utilizo para seguir estando en la onda y ver qué se cuece por ahí, entre los que se dedican también a eso.
- Finalmente tengo un perfil personal, íntimo, que me permite opinar libremente y desahogarme cuando lo necesito. Con ese perfil publico este blog y me muestro en redes sociales, con manifestaciones que no podría hacer con ninguno de los perfiles anteriores. Se puede decir que quien yo soy se esconde tras un lagarto.
Antes de pulsar el botón de "Publicar" debo mirar bien el icono de mi perfil. Un error me podría causar serios problemas.
Quienes me conocer con una imagen determinada ni se imaginan lo que puedo decir y escribir cuando el avatar que me identifica es otro.
Si algún día cometo un error, estoy segura de que mi vida se llenaría de unfollows.
Lo anterior lo escribí en el mes de abril y un día del mes de agosto ha sucedido lo que siempre temí. He publicado un twit con mi perfil oficial que debí haber publicado con el personal, no ha sido intencionado, ha sido por error. Segundos después de darle a "publicar" me percaté del error y dudé qué hacer. Mi sorpresa no tardé en llegar cuando tras unos instantes comencé a ser retuiteada por algunos seguidores y alguno, incluso, calificó ese twit -escandaloso para mi prestigio profesional-, como Favorito. Al cabo de un rato tenía nuevos seguidores, seguidores fruto de un error que en realidad no fue tal, a la vista de lo sucedido. ¿Que no fue grave? Sí, si lo fue, porque ya no estoy a salvo, porque la profesional ha dejado entrever una parcela que quería salvaguardar, la de mis inclinaciones políticas, que en el mundo de mi profesión, no gozan de muchas simpatías. Tengo que revisar cuántos de mis seguidores dejaron de serlo ese día.
¡Caramba, remeda usted a la Santísima Trinidad!.
ResponderEliminarPero tiene razón y no solo en las redes sociales, sino en nuestra convivencia diaria, todos o casi todos, nos mostramos más o menos abiertamente, según el lugar, la compañia y la ocasión, de forma que damos una imágen diferente de nosotros mismos, en cada caso, no porque mintamos acerca de nosotros o nos mostremos de forma diversa, sino porque los demás nos perciben de maneras distintas, pues en cada una de nuestras manifestaciones mostramos solo una parte de nosotros y quien lo ve, lo interpreta no como una parte, sino como el todo.
Lo explica usted tan bien, que no tengo nada más que añadir. Un saludo!
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