EL AROMA DE LAS MADRESELVAS



Félix mira a su mujer y la ternura se derrama por sus ojos en forma de lágrimas. Toma su mano y la acaricia y teme por un momento que esa piel tan fina se le quede pegada a los dedos. Esa piel fina y transparente que durante años le ha sostenido a él y ahora no se sostiene ni a sí misma.

El hombre se incorpora y ahueca la almohada de su amada esposa -¿mejor así, Paz?- y vuelve a sentarse en la silla, junto a su cama y se queda mirándola, con la tristeza adherida al alma.

Félix y Paz se fueron a vivir a esa residencia para ancianos hace ya 10 años y desde entonces comparten una habitación doble, pequeña, austera, típica de una residencia pública. Tan sólo las dos camas separadas por una mesilla, un televisor colgado de una pared y un pequeño aseo. Pero la habitación se inunda de sol cada día y desde la ventana se ve el jardín de la residencia, con altos pinos y parterres coronados de petunias y pensamientos rodeando el jardín. En enormes macetas de barro, begonias, crisantemos y lirios y madreselvas y siemprevivas, entre la hiedra que abraza los muros de piedra del edificio centenario. Y Félix y Paz, casi de la misma edad que el propio edificio.

- Niña, ¿te pongo la telenovela?- pregunta a su esposa
- Vale, hoy no te apetece, pues mejor mañana, pero luego pierdes el hilo del argumento- responde él mismo.

Los residentes y sus familiares pasean por los anchos pasillos de la segunda planta y saludan a Félix quien cada tarde, de 4 a 6, pasea pasillo arriba, pasillo abajo. Responde con la mano cuando adivina el saludo de alguien, puesto que su sordera le impide oírlo. Saluda con la mano, con la sonrisa, y con una leve inclinación de cabeza cuando se cruza con una dama, muestra de su exquisita educación casi decimonónica.

A la hora de las comidas, es el propio Félix quien se encarga de dar de comer a su querida esposa Paz, con la que lleva casado 70 años. Una enfermera incorpora la cabeza de la cama, de la mujer que se encuentra en estado semi vegetativo y le entrega a Félix la jeringa con Meritene, el alimento que con todo el amor del mundo, hace llegar mediante la sonda nasogástrica hasta el estómago de Paz y cuando termina, se acerca a ella, y tras besarla en la frente, le susurra al oído: "que aproveche, mi amor".

Así ha sido durante los últimos 8 años y así será durante el tiempo que reste de vida a cualquiera de los dos o a ambos, si Dios decide que hagan juntos el viaje para que Félix siga cuidando de Paz eternamente.

Pocas imágenes me han impresionado más en la vida, que la visión de ese hombre enamorado, sentado a la vera de la cama de su amada, tomando su mano y hablándola como si ella, desde su estado comatoso, pudiera oírle. Cuánto amor, cuánta ternura, en esa humilde habitación inundada de sol, por cuya ventana entra cada día el aroma intenso de las flores del jardín. Incluso en los meses de invierno, en los que no hay flores en el jardín, en esa estancia uno adivina el aroma de las madreselvas.



Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

3 comentarios:

  1. Querido Alberto, te agradezco muchísimo este detalle con mi blog. Me satisface que me leas y que consideres que merezco este premio, que para mí es doblemente simbólico puesto que también representa la consideración de un colega de profesión.

    Un beso!

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  2. Cuando leo este tipo de relatos tuyos siempre me queda ese sabor agridulce que provoca ser testigo de la ternura que infunden vidas que han decidido permanecer también unidas casi en el del ocaso de sus vidas. Se pierden sentidos y capacidades con el desgaste de la vida y el tiempo, pero el amor permanece; y con ello estás trasmitiendo una dosis de valores en forma de acción y no de "hay que...": algo que hace mucha falta estos días.

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  3. Querido Vicente, me satisface decirte, que un año después de escribiera ese relato, Felíx sigue cuidando y amando a su esposa Paz, aunque esta se encuentra ya en estado de coma y no responda a ningún estímulo. El continúa ocupándose de su alimentación y la habla, como si su vida fuera la de 30 años atrás. Los relatos que escribo son reales, no son ficción.
    A veces nos perdemos lo auténtico, lo que realmente importa, entre tanta política y problemas mundanos. Esta es la realidad que de verdad me importa. Lo demás es puro divertimento.
    Participo en esos "otros asuntos" desde la habitación de al lado a la de esta pareja admirable. Mi "puesto de mando" lo ocupan goteros y bombas de aire. En fin, la vida... con esos asuntos mundanos y secundarios (gobiernos, sindicatos, corrupción...) distraigo el dolor.
    Siendo testigo de la vida, en su máxima crudeza, no puedo dejar de escribir acerca de los valores de la gente más desfavorecida, auténticos héroes mundanos.

    Un beso, querido Vicente.

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