Internet es un universo paralelo y, como cualquier universo, hay seres vivos como nosotros, pero también hay alienígenas, agujeros negros, objetos controlados, otros que van a la deriva, y basura. Mucha basura. He conocido en las redes sociales todas esas formas de existencia.
He conocidos personas como yo. Personas con nombres y apellidos, con oficio, familia y hobbys. Personas que usan internet para llenar parte de su tiempo de ocio. Para compartir, intercambiar, aprender, conocer.
He conocido personas que después han sido amigos, más amigos cada vez y que llegado el momento me han dicho "amigos para siempre" justo antes de desaparecer.
He conocido personas que únicamente buscaban satisfacer algún interés personal, económico, político o sexual.
He conocido personas a las que llegué a tener afecto, hasta que conocí alguna de sus múltiples caras y no todas ellas eran amables.
He sufrido la traición de quien dijo ser amigo y he llegado a gozar de la amistad de quien parecía enemigo.
He gozado con el descubrimiento de ángeles, yo que jamás creí en ellos y he llegado a emocionarme con hechos, palabras y gestos. He conocido personas con vidas ejemplares pero absolutamente anónimas, que navegan para mitigar el dolor o cualquier otra forma de emoción que pueda ser transformada para seguir sobreviviendo.
He conocido personas al borde del abismo, que se han asomado por aquí con el único fin de echar una ojeada para ver si realmente todo, o nada, merece la pena.
He conocido personas que bajo el manto de la piedad se han mostrado absolutamente despiadadas y personas descreídas absolutamente generosas.
He vivido la amistad, la traición, el abandono, incluso el dolor de la muerte de un ser querido virtual. He llegado a querer, y he sido capaz de odiar. Todo ello en este mundo paralelo en el que hay espacio para las risas y tiempo para las lágrimas. Lágrimas de decepción, de emoción, de felicidad, de miedo...
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