Personalidad avatar
Hay gente a un avatar pegada. Gente que se construye a si misma, que se dibuja con el pincel de la irrealidad hasta dejarse favorecida. Gente que se adorna con las virtudes que no la adornan y en ese proceso hay personas que se fijan un ideal hacia el que caminar, intentanto mejorar cada día, hasta aproximarse a su yo ideal. El avatar como meta en el proceso de superación.
Esos casos no suponen alteración alguna de personalidad pero hay gente que elabora una gran mentira con su perfil digital. Gente que manipula a los demás con esa falsa identidad, y que se miente a si misma hasta el punto de llegar a vivir por completo en ese auto engaño y sale a la calle cada mañana con el avatar en su rostro.
Es fácil reconocer ese tipo de personalidades en las redes digitales. Se caracterizan por el diseño de un atractivo perfil y el uso de un lenguaje que se articula en torno a la imagen construída. Interactúan con aquellos que son capaces de creerse la historia del avatar y todo gira en torno a su fantasía. Existen varios estilos de personas que habitan en un avatar:
- Cenicienta. Opta por jugar a este papel la mujer que se vive y se siente fuera de lugar y ha aprendido que la autocompasión puede resultar atractiva para determinadas personas. Dibuja su historia virtual en tinta negra y expone su infortunio en busca de un príncipe dispuesto a calzarle un precioso zapato. Suele conseguirlo, si no olvida insinuar la existencia de una piel ardiente, bajo sus harapos.
- James Bond. Juegan al bondismo hombres de vida normalmente anodina. Oficinistas aburridos que han aprendido, desde pequeños, a fantasear más allá de lo normal. Se asoman a las redes sociales dispuestos a salvar el mundo pisando el acelerador de su Aston Martin. Si alguien llega a descubrir su engaño, suben de un salto a la lancha motora de su descaro y se alejan a refugiarse en su sórdida realidad, a la espera de tiempos mejores.
- Pretty woman. Para alegría de los varones que habitan las redes sociales, estas están llenas de prettywomen, mujeres sexys, descaradas, accesibles... que usan el cebo de su cuerpo para obtener lo que en el fondo persiguen, bien se trate de bienestar económico, romántico o emocional. Existe también el prototipo masculino, pero normalmente los prettymen buscan únicamente lo que parece que buscan.
- Juana de Arco. La mujer que juega con este avatar, es capaz de construir una compleja personalidad digital y un modo de comunicarse con los demás basado fundamentamente en la vanidad. Mujer -también puede ser hombre- curtida en cien batallas imaginarias, de las que por supuesto sale victoriosa. Capaz de declarar o inventar guerrar en cuyas batallas poder exhibir su arrojo, valentía y heroismo. En tiempos de paz no son nadie, lo que les hace extremadamente peligrosos. Enarbolan estandartes varios y quien está dispuesto a seguirlas, debe estar también dispuesto a ser manipulado hasta el final. Para ellos el fin justifica los medios y son capaces de prender ellos mismos la leña de la hoguera que les consumirá, sabedores de que tras el sacrificio vendrá la santidad. Amén.
- Marylin Monroe. Todas las mujeres que habitamos espacios digitales, quisiéramos ser la bella Marylin, pero muy pocas tienen virtudes para serlo o son capaces, al menos, de simularlas. Crean cuentas varias en las que poder ser admiradas y adoradas y necesitan del "megusta" continuo para poder sobrevivir. Viven para publicar mil y una imágenes de ellas mismas, imágenes cuya puesta en escena nos permite en ocasiones adivinar la compleja personalidad que se esconde tras tan falso avatar.
- San Jorge. Es ese habitante de las redes sociales que las recorre a lomos de su caballo, espada en alto. Se reconoce al sanjorge virtual por el dragón que le acompaña, para permitirle salir victorioso cuando le clava el acero en el cuello y puede, tras la muerte del infame, liberar a la mujer que precise ser liberada. Y para gozo del sanjorge, hay muchas mujeres en esa situación en las redes sociales. Hay también muchos dragones que escupen fuego, pero no sé por qué, no me parecen tan peligrosos.
- Nietzsche. De filósofos aficionados está lleno el mundo virtual. Tienen una pregunta para cada respuesta; a veces, incluso varias. La mayoría de las ocasiones su mensaje resulta incomprensible, pero ello no es óbice para que miles de seguidores alimenten su vanidad. Son los gurús de cualquier movimiento y todo el prestigio del que gozan en las redes, se torna en ridículo, cuando lanzan sentencias al aire mientras toman con sus compañeros de negociado, el café con pincho de tortilla de las doce.
- Freud. Es ese habitante de las redes sociales que tan pronto te tiende el sofá en el que desgranarás todos y cada uno de tus traumas infantiles, como te interpreta cualquier cosa que ocurra en el mundo virtual. Son incapaces de nadar en la superficie, sabedores de que lo más interesante ocurre siempre en la profundidad y se lanzan a bucear todo el tiempo que sus pulmones les permiten. Los freud terminan el día agotados, más que nada por el peso del diván que arrastran siempre.
Otro día expondré otras tipologías de personalidades digitales, ahora estoy agotada...
Por cierto, los expertos en salud mental describen actualmente en publicaciones científicas este síndrome al que algunos calificamos como "Personalidad Avatar"
Lagartija
Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es
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El cesped del vecino es siempre más verde que el de tu jardín. Quienes digan esta frase deberían saber que es una cuestión de perspectiva, porque no es lo mismo ver una brizna de hierba desde arriba, de forma que apenas ves un milímetro cuadrado, que verla del través, en cuyo caso el verde inunda la escena.
ResponderEliminarPor una razón parecida este proverbio holandés, has de reconocer que es muy duro enfrentarse al espejo por las mañanas, a tus miedos, a tus carencias, a tus imperfecciones… a ti misma. Esa dureza podría convertirse en la espada que te ayudara a conquistar el mundo cotidiano, pero la competitividad a que nos obliga la sociedad, unida a la perfección que observas en tus colegas, en la gente que ves por la calle o a las chicas de los nuncios, hace que ese acero se convierta en un escudo que te defienda, que oculte tus vergüenzas.
Un día tras otro escondida tras tu escudo, te lleva a creer que ese blindaje, tu avatar, forma parte de ti misma. Por eso creo que ese avatar es en realidad tu alter ego, la meta en que sueñas, la emulación de cómo ves a tus semejantes.
¿Cómo reivindicaría nuestra cenicienta su reconocimiento, si no es a base de sobreactuar en su entrega al servicio de los demás?
¿Cómo podrían nuestro James Bond, nuestra Pretty woman o nuestra Marilin, hacer frente a su inferioridad si no es creyéndose al pie de la letra el avatar que han convertido en su escudo?
Que algunos oculten su cobardía o su falta de cultura poniéndose la careta de San Jorge o de Niestsche, quizás reduzca en un cero coma la proporción de suicidios o se incremente esa cifra imprecisa y no objetivable que es la felicidad colectiva.
¿Sabes lo que creo, Lagartija? Que si no existieran los avatares tal como los describes, habría que inventarlos.
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