Cuando ya nada seamos,
cuando hayamos muerto,
brotarán amapolas
de nuestros cuerpos yermos.
Cuando ya nada seamos,
ni tú, ni yo, ni el tiempo,
quedarán nuestros restos
a merced del viento.
Y se calmarán las olas,
y se apaciguarán los cielos,
llorarán las nubes
que humedecerán el suelo.
Cuando ya nada seamos,
ni tiempo, ni verbo, ni aliento.
Seremos de nuevo tierra,
sabía nueva, vida y alimento.
bello, muy bello. y cierto.
ResponderEliminarMe gusta tu blog. Te iré leyendo.
Te pido disculpas, por un error involuntario no me llegaban los comentarios de mi blog. Subsano hoy ese error agradeciéndote tu fidelidad de lectora. Un abrazo
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