Lloraba aferrada a su viejo gorro de lana, buscando en él la calidez que no le proporcionaba la vida. Salió de casa sin rumbo y en su deambular vagó por las calles más solitarias y los parajes más silenciosos. El frío era hiriente y el viento la empujaba no sabía adónde.
Caminaba con pesadumbre al tiempo que sujetaba su sombrero de fieltro.
Llegó a un puente y al asomarse, vio su triste reflejo en las grises aguas. Se sintió tentada... pero repentinamente el viento le arrebató el sombrero y ella corrió tras él. Lo rescató un hombre que al devolvérselo le sonrió. Portaba un elegante borsalino y al rozarse sus manos, ella sintió de repente el calor que hacía tiempo había perdido.
Lagartija
Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es
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