El encuentro

- La quiero. Perdone el atrevimiento señorita, pero debe usted saber que hace tiempo que la quiero. Más de lo que usted pueda imaginarse, más de lo que yo mismo desearía.

La mujer quedó mirando a los ojos de su interlocutor sin saber qué decir aunque intuía que debía permanecer en silencio porque aquel hombre buscaba en su interior nuevas palabras que pronunciar y no era prudente interrumpir.

- Hace dos años que la veo, la miro, la observo y he aprendido a quererla, en la distancia, poco a poco. Ahora cada día la espero y hasta que no llega usted es como si algo me faltara.

- No quiero ofenderla - prosiguió. No la amo. La quiero, y querer es mucho más que amar. La quiero porque se lo merece y eso es todo lo que quería decirle.

Cuando ella supo que él había dicho todo lo que sentía y hubo comprendido el significado de su declaración, le miró a los ojos fijamente, sonrió y dijo "gracias"

Fue un breve e inesperado encuentro. Se veían a diario aunque jamás habían intercambiado más que un saludo "buenas tardes" o una despedida "hasta mañana" En adelante, esas breves palabras irían cargadas de significado.





Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

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