No llegó a terminar el crucigrama. Una tarde soltó el lapicero, miró a su hijo y exclamó - ya no quiero vivir más.
- Pero madre -respondió su hijo-, va a ser su santo el día 12.
Pero Pilar fue siempre una mujer de gran determinación, y falleció el día 10 de octubre.
Fermín, su hijo, sólo la tenía a ella. Sin otros familiares, sin amigos, sin nada relevante que hacer cada uno de los días de su vida, ha seguido acudiendo a la residencia en la que vivía su madre. Ahora visita a Tomás, quien está solo como él. Tomás nunca se casó ni tuvo hijos; era el soltero del pueblo y nunca ha recibido visitas en los siete años que lleva en la residencia. Una demencia incipiente le llevó a ese lugar, y ahora, perdida del todo la cabeza, cree que Fermín es el hijo que cada día acude a hacerle compañía.
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