La atención a menores víctimas de maltrato

Desde los poderes públicos, se nos intenta convencer en los últimos tiempos de que la mujer que sufre maltrato debe acudir a denunciarlo, con la seguridad de que va a ser atendida por profesionales preparados y sensibilizados. Así lo creía yo también, hasta ahora.
Hace unos días una alumna de 14 años se presentó en el cuartel de la Guardia Civil para denunciar malos tratos por parte de su padre. Se armó de valor y a las 8 de la mañana, antes de entrar al instituto, una amiga la convenció de que lo que le había sucedido el día anterior, como tantos otros días, no podía volver a repetirse. La convenció y la acompañó a denunciarlo y tras interponer la denuncia se fue a clase. Terminó en mi despacho, arropada por su amiga, pero temblando y llorando.
Más tarde se presentaron 2 agentes de la Guardia Civil para hablar con ella. Asistí, sorprendida, a una actuación policial propia de la imagen que todos tenemos en el ideario colectivo respecto a la "guardiacivildetiemposdefranco". Con una actitud más propia de un gañán que de un agente del admirable cuerpo de la G.C., uno de ellos acusó a mi alumna de inventarse aquel follón para llamar la atención, añadiendo que si su padre la pegaba "por algo sería".

-"Porque vamos a ver -le inquirió-, ¿tú cuántas asignaturas has suspendido este trimestre?" Ahí no pude contenerme y le interrumpí, preguntándole si se trataba de ayudar a la niña o de cuestionarla como estudiante. El gañán se volvió violento hacia mí y me dijo: "la estoy interrogando, ¿o es que no puedo?" Le respondí que a las víctimas no se les interroga, se les toma declaración o se les escucha y que en todo caso debía contar con asistencia letrada y allí no la había.
En ese momento intervino su superior, extrañamente callado hasta entonces, pero no fue para ayudar a la menor, sino para defender a su compañero. Supongo que ante mi actitud optaron por dejar el "interrogatorio" para más tarde y se despidieron con un "vengan usted y la niña al cuartelillo dentro de 1 hora". Adiós.

Debo describir no sólo lo dicho sino también lo vivido. Imaginen el escenario: una niña de 14 años, llorando y temblando, abrazada por su amiga, ambas sentadas en una silla. Al lado, 2 agentes altos, muy altos y el que realizó el "interrogatorio" debía superar los 120 kg de peso. La hablaba con una actitud claramente hostil mirándola hacia abajo desde su 1'90 m. de altura. En ningún momento se puso a su nivel, mostró ninguna empatía, trató de tranquilizarla o le hizo una pregunta abierta para animarla a desahogarse o a hablar libremente. Aquello era un interrogatorio de los que se hacen a los delincuentes para sacarles información.

Al día siguiente me quejé de todo ello ante el juez que me tomó declaración, diciéndole que me sorprendía dolorosamente comprobar que trataban igual a los agresores que a las víctimas, a los adultos que a los niños y a los niños que denuncian igual que a los adultos denunciados. No soy quien para juzgar a nadie, pero tanto el juez, como el fiscal de menores como los agentes de la policía judicial tuvieron un comportamiento extraordinario en todo momento.

Admiro a la Guardia Civil, que quede claro; en esta entrada sólo pretendo exponer que quizás las cosas no hayan cambiado tanto como esperamos. O quizás este trance haya sido sólo una excepción. Ojalá que el comportamiento de aquel agente también lo sea.

Nota para la reflexión. Aquella niña nos había dicho en alguna ocasión a sus profesores que su padre le pegaba. La consolamos siempre que eso ocurrió. Así se lo dije al Juez, que me preguntó porque nunca lo denunciamos. Le respondí que en realidad nunca tuvimos constancia de que fuera cierto, que no vimos golpes o moratones. Me respondió: "ustedes son profesores, su obligación era denunciar, no investigar la veracidad de los hechos, para eso estamos nosotros".
Desde aquel día no me siento a gusto conmigo misma. Lo siento, Isabel (nombre ficticio).

Si deseas leer una buena entrada sobre este tema, pásate por el blog QuEduQuE-QuEduCuándo
Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

7 comentarios:

  1. Difícil de digerir la entrada ... Me refiero a que también a mí me hace replantearme cosas. Hace muy pocos días publiqué una canción en mi blog (no lo digo por "promocionarme", que conste) ... y tu nota para la refleexión ... pues ... mmm ... Se supone que iba a escribir aquí un comentario, pero la verdad es que no puedo ... Me has dejado "tocado" con tu entrada. Al final sí voy a tener que volver a escuchar la canción y promocionarla: http://queduquequeducuando.blogspot.com.es/2012/04/educancion-ii-luka-de-suzanne-vega.html

    Un abrazo y ánimo, lagartija

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  2. Por cierto, estoy hecho un lío. Pero creo que el teléfono que tendrías que poner es el 116111, no el 016, que es para violencia de género. Un saludo.

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  3. Alberto, gracias por tu comentario (aunque digas que no has podido comentar), lo haces de un modo suficientemente elocuente. En mi entrada pongo un enlace a la tuya, ya que ambas se complementan perfectamente.
    Me equivoqué con el número, tienes razón. Ya lo he corregido.
    Gracias por pasarte, por comenta y por compartir emociones.

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  4. Es el camino. Reconvertir la sociedad pasa por la educación y la implicación de los
    que vemos estos hechos. Denunciar, ayudar y superar es una obligación moral. Gracias en nombre de un ciudadano agradecido

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    1. Implicación, esa es la actitud. A veces somos insensibles al dolor y nos excusamos pensando "quizás no sea cierto", "quizás no es para tanto" y así tiramos adelante. Pero el dolor está ahí, a nuestro alrededor y cuando es un dolor causado por algún tipo de violencia, nuestra obligación como ciudadanos es implicarnos y denunciar. Quizás en el caso que expongo no cumplí del todo; sí me impliqué, ayudé y apoyé, pero me faltó denunciar. Y ese paso lo tuvo que dar la propia víctima, acompañada de una amiga. Si hubiera dado yo el paso, esas niñas no tendrían que arrastrar la culpa o el remordimiento. Gracias por tu comentario y espero verte de nuevo por aquí.

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  5. ... es una impotencia tan brutal ... esto de intentar hacer algo por estos niños... esa actitud del policia, que no sabe nada y se atreve a ... decirlo todo... hablar como si el supiera... muy bien expresado... otro dia con mas ganas te cuento alguna historia... me ha tocado ver... y... tambien fui una niña de esas... vidita esta!!!

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    1. Sí, sentí impotencia. Vuelve cuando quieras y aporta tu experiencia hasta el punto en que desees... seguro que a muchos nos resultará esclarecedor. Seguro que tienes mucho que aportar... ¡vuelve cuando quieras"

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