HISTORIAS DE EROTISMO Y DEPENDENCIA EMOCIONAL



Christian Grey es el hombre más débil y vulnerable que “conozco” y “Cincuenta sombras” no es una novela erótica, ni siquiera romántica.

Eric Zimmerman, Gideon Cross y otros, al igual que Grey, son hombres que se tambalean emocionalmente y vierten sus inseguridades sobre la piel de sus compañeras. Asaltando sus camas buscan el antídoto que les permita vencer sus miedos, llenar sus carencias. En las novelas eróticas que les dan vida, encuentran una pareja que se amolda a sus circunstancias y les permite rehacer el puzle de sus vidas, de sus emociones, y es ese el momento en que una obra se convierte en best seller.

Con la excusa de relaciones sexuales más o menos complejas y extravagantes, esos personajes masculinos nos muestran, tras una fachada pétrea, cómo un hombre llega a deshacerse psicológicamente en manos de la mujer apropiada, llámese Anastasia, Eva o Judith.

Bajo la forma del control y del dominio, inician relaciones vertiginosas en las que, poco a poco, se vuelven afectivamente dependientes y se abren al mundo de los sentimientos, ese mundo en el que todos, sobre todo los más fuertes, temen caer.

Las escenas sexuales, adecuadamente narradas, provocan las inevitables reacciones físicas en el lector, pero es el entramado psicológico de sus personajes, lo que realmente seduce,  al mutar la antipatía inicial hacia el protagonista masculino, por cierta empatía, al conocer sus conflictos internos. Se forma una conexión invisible lector/personaje en la que se comprenden actitudes que pudieran ser reprobables, y nace la “necesidad” de conocer más en profundidad la compleja personalidad de hombres tan poderosos pero tan vulnerables. Es la simpatía que se despierta en el lector ante ese “rico que también llora”
Es curioso que todos los protagonistas masculinos de las sagas eróticas más populares compartan las mismas características personales y vitales:

- Infancia desdichada
- Difícil relación con los progenitores
- Fracasos sentimentales
- Vacío existencial a pesar de su enorme riqueza
- Sexualidad desenfrenada
Son hombres poderosos, ricos en lo material pero llenos de carencias y necesidades afectivas y emocionales. Y es en el proceso en que la lectora (en este caso ella) va conociendo mejor a Christian, a Eric, a Gideon… cuando surge la empatía y la identificación con la partenaire para, no sólo desear conocer los goces que ella experimenta, sino también  desear ayudar a ese hombre, en el fondo niño, a superar sus sufrimientos personales.

Ese protagonista controlador, invencible, despiadado incluso, al principio de cada obra, pero que según se consumen las páginas, se muestra con toda la vulnerabilidad que le lleva a hundirse y desesperarse ante la posibilidad de perder a la mujer de la que se ha vuelto dependiente. Mujer sin la cual, su vida, desde ese momento, carecerá de sentido.

Son historias, en realidad, de dependencia emocional. De una dependencia que raya lo patológico, ya que la estabilidad emocional de ambos miembros de la pareja, la alegría, la serenidad, el equilibrio,  incluso la competencia profesional, se resquebrajan cuando la relación se rompe o no funciona bien.




Al adentrarse en estas novelas, el lector es seducido al principio por los contenidos sexuales, tan lúdicos, para terminar asistiendo a una tórrida relación romántica, que normalmente termina en “y fueron felices para siempre…” El protagonista abandona su disipada vida erótica, para prometer lealtad, fidelidad, y amor eterno a esa jovencita tan normal, con la que la lectora se identifica con toda facilidad.

El poder de seducción de estas obras estriba en que sus páginas rezuman ciertos mitos populares, que subyacen en el inconsciente colectivo:

-          El dinero no da la felicidad/Los ricos también lloran. El protagonista masculino lo tiene todo pero sabemos que en realidad no tiene lo que se necesita para ser feliz: amor, familia, amigos…

-          Fueron felices para siempre y comieron perdices. Aunque se relatan situaciones de promiscuidad, desenfreno, que rayan lo “políticamente correcto” en materia sexua, los protagonistas terminan sucumbiendo a la convencionalidad del amor y según avanza la historia, la sexualidad se normaliza y también la cotidianedad, para terminar dando el “sí, quiero”, en un altar.

-          Cenicienta/pretty woman. Aunque el protagonista masculino ha tenido entre sus brazos a las mujeres más espectaculares del mundo, de quien se enamora es de una chica normal, insegura, algo patosa, de baja autoestima. Y pobre. Él descubre que sólo una mujer normal es digna de ser querida y pone el mundo a sus pies. Qué mujer no se siente feliz soñando con un Grey en su vida, alguien que sabrá hacer magia con sus imperfecciones y se enamorará de sus inseguridades. Para cualquier lectora es fácil identificarse con la trayectoria vital de las protagonistas femeninas, con vidas tan comunes y problemas tan cotidianos como los suyos.

-          Caballero luchando contra el dragón. Los protagonistas masculinos, que en un principio nos describen como depredadores, se van tornando auténticos caballeros/príncipes azules a lo largo de la historia. Una vez que ella les arrebata la máscara, vemos hombres entregados, generosos, protectores. Hombres que darían su vida para proteger a la mujer que aman. Caballeros que saldrán cada mañana de casa dispuestos a batirse con cualquier dragón que amenace a la dama a la que aman y que les espera cada noche en la cama de la torre del palacio imaginario en el que se ha convertido su relación.




Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

2 comentarios:

  1. Por fin alguien que entiende esta historia como yo la entendí. Muchas gracias por explicar que las mujeres a las que nos enganchó este libro no somos unas pervertidas, ni unas pobres sumisas, ni estamos faltas de sexo. Porque ha llegado un momento en el que parece que tenemos que justificar que nos haya gustado leer algo diferente. Nunca antes la novela erótica me había resultado tan atractiva como con 50 Sombras de Grey. Muchas gracias!!

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    1. Querida Victoria, lo resumes perfectamente "ni pervertidas, ni sumisas, ni faltas de sexo". Con 50 Sombras descubrí la literatura erótica que me gusta, que es la que está escrita por mujeres, para mujeres. Literatura que habla de sensualidad, de erotismo no exento de afecto, de relaciones entre hombres y mujeres que, aunque puedan parecer extremas, están basadas en el respeto mutuo, aunque muchos no lo entiendan. Que no vengan a criminalizarnos ni a decirnos lo que debe o no debe gustarnos. En mis fantasías mando yo.

      Un beso!

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