Probablemente no sean más de dos horas... no puedo asegurar nada, claro está, pero no creo que sea más tiempo...
120 minutos... 119 ...
Miradas de espanto, primero a quien pronunció esas terribles palabras, más tarde a quienes tenían alrededor. Y tras las miradas, las lágrimas, los abrazos, los silencios... las huidas, los gritos íntimos y los gritos compartidos...
118... 117... 116...
Llamadas de teléfonos, preguntas, búsquedas... todos eran conscientes de que el tiempo corría pero de repente todos querían detenerlo de cualquier modo, a cualquier precio.
115... 114...
¿Está seguro de que se ha intentado todo? Si aquí no pueden, quizás haya algún lugar donde se pueda... en cualquier lugar... al precio que sea... ¿está seguro?
113... 112... ¡¿ESTÁ SEGURO?!
La habitación quedó sola, todos habían salido apresurados, cada uno intentando a su modo encontrar un milagro, un milagro que pudiera detener el tiempo o al menos detener el dolor...
111... 110... 109... contaban algunos mentalmente... con la mirada perdida, borrosa, húmeda o quizás seca ya...
La habitación, que llevaba días llena de gente bulliciosa, había quedado vacía, muda, anticipando el silencio definitivo... 108... 107... 106...
Deberían entrar... despedirse... les decía quien estaba bregado ya en batallas finales. Lo importante es que no hay dolor en estos momentos... hay paz... deben entrar, estar juntos... 105... 104... 103...
La actividad frenética como huida de lo que nos resulta inaceptable, inasumible... 102... 101... 100...
Varios pares de ojos centrados en el ritmo acompasado de ese corazón, en los vaivenes de ese pecho que cada vez se alza menos. Cumbres convertidas en montañas, en lomas, que pronto serán mesetas... 99... 98... el débil aliento parece convertirse en suspiro... 97... 96... 95...
94... 93...92...
Todos respirando al unísono, compartiendo la fuerza de un corazón común cuya vida pudiera ser traspasada a quien más la necesitaba...
91... 90... 89... 88...
Nadie se atrevía a mirar el reloj, pero todos contaban mentalmente. Contaban minutos, inspiraciones, expiraciones, latidos... lágrimas. El tiempo finito, cada vez menos. Las lágrimas infinitas, cada vez más... 87... 86... 85... 84...
Y alguien aún en el pasillo, inquiriendo, ¿pero no es demasiado joven, demasiado pronto,...? 83... 82... preguntas que en realidad no buscan respuestas. Palabras que son llanto disfrazado... palabras vertidas por los ojos, llanto en forma de verbo que resbala y cae... sin detenerse. Como el tiempo... 81... 80... 79...
78... 77... (...)
Resignación, rebeldía, esperanza, miedo, desesperación... 15... 14... 13... a veces una sola emoción; a veces todas a la vez, lacerando el cuerpo por dentro, haciéndolo sangrar... 12...11... sangre en forma de lágrimas... 10... 9... 8... sangre en forma de palabras... 7... 6... 5... en forma de gritos.
Inaudible para los demás, ese conteo común, hacia el punto de partida, al momento en que todo comenzó, en que de la nada se formó el todo, 4... 3... 2... que vuelve a ser nada... 1... 0
Has conseguido darle un ritmo a tu relato, como pocas veces he leído.
ResponderEliminarTe lo agradezco, Rafael.
EliminarPor desgracia debo reconocer que escribí este relato minutos después de que sucediera ese drama... El médico no erró en la predicción del tiempo de vida que le restaba a aquella paciente...