Padres...

Hay hijos que envejecen más rápido que sus padres. Hijos que apenas aprenden las vocales y ya las están desaprendiendo. Hijos que llegan a la madurez con cuerpos de hombre y mente de niño y cantan las canciones que sus padres llevan toda una vida tarareando para ellos.

Padres ancianos con hijos viejos; padres que enseñan a leer y a escribir, que dibujan lunas, soles y estrellas para sus niños chicos, con sus dedos deformados por los años. A esos padres la vida les obliga a mantenerse jóvenes, fuertes y ágiles. Padres que no pueden ni deben envejecer y cuyos hijos envejecen por ellos. Padres que peinan las canas de sus hijos cuando aún no asoman las propias. Piernas de padres que apenas alcanzan a sujetar los débiles cuerpos de esos hijos, que necesitan la fortaleza de sus padres para sostenerse.

Hijos que cumplieron años tan rápidamente que envejecieron antes que sus padres, porque no todas las vidas avanzan a igual ritmo. Porque no todas las personas envejecen a igual velocidad. Hijos que cumplen 5 años por cada año de sus padres y llegan decrépitos al momento en que al fin conocen las vocales.

Hijos que residen en geriátricos y reciben la visita de sus padres. Padres que nunca serán cuidados por sus hijos. Padres sin derecho a envejecer. Hijos sin derecho a vivir.

Padres que entierran a sus hijos... Padres.




Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

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