GRITOS


Hay días en que uno se siente especialmente vulnerable. Hoy es uno de ellos.
Hay días en que uno se siente especialmente solo. Hoy, por ejemplo.

Recuerdo aquel 11 de septiembre.  Las primeras noticias me llegaron mientras conducía por una de esas imponentes montañas de la Sierra de Gredos.  Detuve el coche en el primer pueblo que encontré para poder comprobar con mis propios ojos en el televisor de alguna taberna los hechos que escuchaba por la radio. No pude comentar con nadie aquella tragedia, sola como estaba por aquellos parajes.  Mis pensamientos y yo,  mi coche, y un largo camino por delante. Incredulidad, dolor y rabia que tardé horas en poder compartir y desahogar.

Aquel 11 de marzo me pilló entre Valladolid y Segovia, de nuevo en ruta. Detuve mi coche con la intención de volver a verificar mediante la imagen las atrocidades que emitían las emisoras de radio y el escalofriante recuento de víctimas a modo de terrorífico contador. Por la tarde, de regreso a casa, me sorprendió la nieve y decidí pasar la noche en un hotel. Aquel día y aquella noche me sentí de nuevo terriblemente sola. En aquella habitación llegué a sentir miedo también, no sé por qué, quizás por la cercanía del monstruo.

Hoy me siento sola de nuevo, y vulnerable. Estoy en un lugar en el que no puedo comentar con nadie cercano la tragedia que estamos viviendo en Europa.  No puedo compartir el dolor, la rabia, el miedo, con nadie cercano. Hay una diferencia respecto a aquellas otras ocasiones, puedo comunicarme en las redes sociales. Puedo reflejar por escrito mis emociones, y hallar en otras parecidas el eco de la comprensión y del acuerdo. Puedo gritar en silencio y mi grito llega y a mi vez recojo cientos de gritos que se desgarran en la misma  dirección.


Imagen:  Obra de la serie Caras, de Marion Bolognesi 



Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

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