Pedacitos de placer

Noventa años tenían ambos cuando Juan tuvo que vivir el trance de internar a Basilia en un residencia. Llevaban setenta años juntos, y habían labrado un camino común del que jamás se separaron. Nadie más cupo en el trayecto, ni hijos ni otros familiares. Caminaron juntos y solos desde el primer día y cuando Juan supo que ya no podía sostenerla como quisiera, le buscó un lugar en el que pudieran hacerlo.

Juan era un hombre alto, delgado, de piel oscura y pelo cano. Extremadamente educado y ello, unido a las buenas ropas que lucía, le prestaba un aire de galán de los años 50. Qué pocos galanes se ven ya por la vida.

Aunque ya no vivían juntos, acudía a diario a visitar y cuidar de su esposa. Ella apenas le reconocía, pero exhibía una gran sonrisa cuando él sacaba de su bolsillo una bolsa con las gominolas que a ella tanto le gustaron siempre. Por miedo a que Basilia se atragantara, él mordisqueaba previamente cada una de ellas antes de depositarlas en su boca.

- De limón - decía él y se la ofrecía.
- De limón - contestaba ella y sonreía al recibirla en la boca.
- De fresa - volvía a mostrarle él.
- De fresa - repetía ella, y sonreía al masticarla.

Al terminar las cinco gominolas, que eran el premio ansiado por esa niña septuagenaria, Juan tomaba la jeringa e introducía 200 cc de agua por la sonda naso gástrica que permitía a Basilia nutrirse e hidratarse sin peligro. Hace tiempo que el médico de la residencia dijo a Juan que no siguiera dando gominolas a Basilia, pero él no quería dejar de ofrecer a su esposa aquellos momentos de felicidad, mientras ella fuera capaz de masticar los pequeños trocitos de placer. El único placer que la vida les permitía ya compartir.

Basilia falleció hace unos días. Juan lo hizo meses atrás, al poco tiempo de ingresarla a ella. A Basilia se le iba la cabeza poco a poco, pero a él se le fue la propia vida por las grietas de un corazón roto. Desde que él faltó, ella cayó en picado. Quizás aquellas gominolas hacían más por ella que los propios medicamentos. Aquellas gominolas compartidas con tanto amor. Con tanto mimo.



Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

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