Paracuellos. Las cruces de la Memoria

En memoria de los españoles masacrados en las matanzas de Paracuellos. 


Posiblemente a los cientos de trabajadores del Polígono Industrial de Paracuellos del Jarama ya no les llama la atención el singular cementerio por el que pasan delante todos los días. Quizás la curiosidad de alguno incluso le ha hecho preguntarse por qué en ese cementerio no se ven monumentos, nichos ni mausoleos, y es incluso posible que alguno se haya preguntado por qué hay un rótulo en la entrada en el que está escrito CEMENTERIO DE LOS MÁRTIRES.

Posiblemente los conductores que en sus coches recorren diariamente esa carretera en sentido Barajas o Fuente El Saz, tampoco han reparado en el silencioso camposanto donde las sencillas cruces guardan celosamente su secreto: el reposo eterno de miles de personas que sufrieron la persecución marxista en Madrid.

Por eso, cuando paso por esa carretera siempre encuentro tiempo para parar el coche y acercarme a ese cementerio; a ese santuario donde todavía se me encoje el corazón cuando pienso lo que ocurrió allí.


Pero posiblemente sería mejor contar esta historia desde el principio. Un principio lejano que se sitúa en Madrid hace ochenta años. Posiblemente…

MADRID 1936
El 18 de julio de 1936 un grupo de generales, considerando que la situación en España era insostenible, se sublevó en armas contra el gobierno de la República, organizando un levantamiento coordinado en todo el territorio nacional. En Madrid el General Fanjul, del lado de los sublevados, organizó una heroica defensa en el Cuartel de la Montaña, en el actual Parque del Oeste, que fue aplastada por soldados republicanos y milicias obreras armadas el 20 de julio, masacrando a los defensores o encerrando en las cárceles madrileñas a muchos de ellos.

En noviembre de ese mismo año, quinto mes de la guerra, las tropas del General Franco se acercan rápidamente a la capital desde el sur, retrasando el avance previsto para poder liberar el sitiado Alcázar de Toledo. A primeros de mes caen en manos nacionales Fuenlabrada y Villaviciosa de Odón, y el 4 ocupan Getafe. La caída de Madrid parecía inminente y se daba por hecho que en pocos días cedería a la presión de las tropas sublevadas.



El día 6 de ese mes, convencido de la caída de Madrid, el Gobierno Republicano en pleno decidió huir a Valencia dejando al General Miaja encomendada la defensa de la capital con la creación de una Junta de Defensa con representación de todos los partidos que formaban el Gobierno (PSOE, PCE, Izquierda Republicana, Unión Republicana, PNV, ERC y CNT), con plenas facultades delegadas del Gobierno para la defensa de Madrid; entre ellos Santiago Carrillo, Consejero de Orden Público, representando al PCE con 21 años.

El 7 de noviembre de 1936 se constituye la Junta de Defensa de Madrid y es en ese mismo día cuando empiezan las “sacas” de presos de las cárceles madrileñas hacia su terrible destino.
A la hora prevista,  los ordenanzas de la cárcel Modelo ordenan a los reclusos asomarse a las galerías para, según van pronunciando sus nombres, cojan sus pertenencias y se vayan agrupando para salir en fila hacia los nueve o diez autobuses que afuera les están esperando. Aunque se les dice que van a ser trasladados a Valencia, una atmósfera de miedo y desconfianza rodea a los presos que se ven conducidos a un destino incierto.

Efectivamente, los autobuses, con unos sesenta presos y una decena de milicianos cada uno,  no van a Valencia y se encaminan hacia un terreno en Paracuellos del Jarama donde les hacen bajar a gritos y empujones y les conducen hacia unas zanjas que los vecinos de Paracuellos han estado cavando todo el día,  obligados por los miembros de la Dirección General de Seguridad de la Junta de Defensa de Madrid,  y que serán las fosas comunes donde irán cayendo sus cuerpos atravesados por las balas y el odio marxista. Con las manos atadas a la espalda y en grupos de una veintena,  se van colocando, entregados a su triste destino, delante de las fosas donde pelotones de treinta o cuarenta milicianos les ametralla.


La matanza es continua y sistemática. Dentro de poco van a llegar más autobuses desde las otras prisiones y hay mucho trabajo por hacer, así que los cuerpos caen a la fosa donde algunos son rematados con el tiro de gracia y otros, aparentemente muertos, todavía sufrirán la agonía de morir lentamente cubiertos por sus amigos y camaradas fallecidos, pero muchos de ellos todavía tuvieron fuerzas para perdonar a sus verdugos, o rezar sus últimas oraciones.

Se calcula que el 7 de noviembre fueron fusiladas en Paracuellos cerca de mil personas de la Modelo,  además de las 89 que salieron en el primer grupo de San Antón y Porlier, en su mayoría militares sublevados en el Cuartel de la Montaña, pero la masacre continuó con sucesivas sacas de presos de todas las cárceles madrileñas y su ametrallamiento en Paracuellos y en Soto de Aldovea, en Torrejón de Ardoz.

El terror en las cárceles se prolongó hasta que el 4 de diciembre tomó posesión como director general de prisiones el anarquista sevillano Melchor Rodríguez García, apodado el «Ángel Rojo», que con su actuación protectora salvó miles de vidas, auque en total se calcula que al menos 2.500 personas cayeron víctimas de las milicias armadas.

Pero Melchor Rodríguez fue nuevamente destituido el día 12 por considerar que había sido nombrado sin el beneplácito del Gobierno y la Dirección General de Seguridad, dependiente del Consejo de Orden Público que dirigía Santiago Carrillo se hizo de nuevo con la situación, reanudando los fusilamientos. La cárcel Modelo había sido cerrada y sus presos trasladados a San Antón, Porlier y Ventas. De ellas salieron las víctimas del 27 al 30 de noviembre que fueron fusiladas y enterradas en las fosas comunes. La última se realizó el día 3 desde Porlier.

Paracuellos no es un cementerio corriente, se erigió una capilla y hay cruces y lápidas, incluso nombres y fechas,  como es normal en un camposanto.


Pero son simbólicas, las lápidas y nombres que allí pusieron los familiares están guiadas por el lugar y la fecha, que corresponde según las listas y cronología de los asesinatos que se pudo reconstruir al final de la guerra, porque los mártires reposan todavía en las fosas donde abrazaron su martirio, identificando siete fosas distintas hasta llegar a la 7 donde se encuentran las víctimas de los fusilamientos en Soto de Aldovea, únicos cadáveres exhumados tras la Guerra Civil,  para reunirlos en el Cementerio de los Mártires,  con los de Paracuellos.

Termino estas líneas en la puerta de hierro del CEMENTERIO DE LOS MÁRTIRES. Ya no hay gritos, ni milicianos armados ni ametralladoras asesinas. Todo está en silencio. Los muertos hace tiempo que se presentaron al Altísimo pidiendo Justicia y Misericordia y sus familiares, amigos y simpatizantes,  conservan su memoria en la celebración de una Misa a las 12 todos los primeros domingos de mes en el mismo Cementerio.





Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

5 comentarios:

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    1. Memoria Histórica muy tangible. La primera zanja/fosa está a 2 metros de la puerta. Si entras en el recinto recorres exactamente los últimos metros que las víctimas recorrieron antes de morir. @rcalderones64

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  2. Un artículo muy necesario. Bien descrito ... ciertamente una parte cruel de nuestra historia.

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    1. Ciertamente más escalofriante cuando uno visita el cementerio y entiende la disposición de los camposantos según las zanjas donde fueron cayendo las víctimas

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  3. Antes de la matanza de Paracuellos, hubo decenas de "Paracuellos" perpetrados por el bando "nacional". Más sanguinarios, si cabe. Pero para sus víctimas no hay camposantos, ni cementerios de mártires, ni cruces, ni lápidas: tan solo cunetas y olvido.

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