La manada: ¿orgía en los sanfermines?



Actos como el ocurrido aquella noche en Pamplona, ocurren a diario en nuestro país. Jóvenes que viven al límite y llevan a cabo conductas de alto riesgo para su salud e integridad y la de otros. Ese es el objetivo de la ingesta descontrolada de alcohol en los botellones: emborracharse rápidamente para llegar cuanto antes a le pérdida del control y de las inhibiciones. Emborracharse lo antes posible para “desfasar”, “desbarrar”, “descontrolarse” y apurar el tiempo en un éxtasis de sustancias y sexo.

Los juegos sexuales en grupo se han convertido en el modo de iniciarse en las relaciones sexuales.  Jóvenes en la edad de la Secundaria se divierten en sus tiempos de ocio jugando a la ruleta sexual en todas sus variantes. Este “juego” se hizo popular hace unos años en los países de América del Sur y causa furor y estragos (embarazos, lesiones, enfermedades, etc.) entre nuestros adolescentes.

Este es el panorama habitual de miles de jóvenes, víctimas de la pornografía, del sexo accesible y gratuito en Internet, y víctimas también de la falsa educación que promueven las ideologías libertarias, que lo único que hacen es encadenarles a sus impulsos más básicos. La ideología de género, el feminismo radical, el marxismo… y más allá del totalitarismo de izquierdas, la ingenua multiculturalidad, que nos lleva a aceptar sin la menor crítica costumbres de fuera que de la mano de la inmigración masiva, nos hacen retroceder siglos.

La España del siglo XXI, que a duras penas acababa de vencer el machismo en el que vivieron nuestras abuelas, asume con absoluta normalidad que la mujer vuelva a estar en un papel que la cosifica y la pone bajo el yugo dominante de ese varón que en las letras del despreciable reggaetón espera que se muestre sumisa y complaciente.



Las jóvenes españolas babean tras esos macarras venidos de países en los que no eran nadie y aquí son recibidos como donjuanes, y vitoreados cuando se contonean con ademanes simiescos y miran a los mujeres con altivez y desprecio. Y los españoles, más bien ellas, lejos de plantarles cara o ignorarlos, les idolatran.

Esta es la triste situación actual, en una España llena de complejos, que trata de sobrevivir a la pérdida de valores, la llegada de culturas totalitarias, la crisis económica…

Y en este contexto, una joven de 18 años, que acudió a Pamplona a “divertirse”, ingiere gran cantidad de alcohol y se va de fiesta con otros jóvenes, que acudieron a los sanfermines con la misma intención. Y ocurrió lo que todos, probablemente, estaban habituados a hacer. Montaron una orgía en un portal y aquello se les fue de las manos, como es normal. Una mala noche de alcohol y sexo en la que la muchacha fue el juguete de 5 macarras. Lo habitual en las situaciones de desenfreno. Lo habitual  en el sexo en grupo. Lo habitual en esos juegos a los que ellas acuden voluntariamente para ser objetos sexuales de varones despreciables.

Cuando aquello acabó, la queja de ella, al ser encontrada llorosa en un banco de la calle, era que le habían robado el móvil y la habían grabado. ¿Quizás fue eso lo único que ocurrió sin su consentimiento?

Hablan estos últimos jueces de 10 violaciones, ¡10! Y a mí no me cabe en la cabeza que no existan lesiones en el cuerpo de esa víctima. ¡10 penetraciones bucales, vaginales y anales sin rastros, desgarros, moretones, en su joven cuerpo! Una joven de 18 años sufre esa brutalidad de la que nos hablan en los medios, ¿y no queda tendida, exhausta y sangrante en el frío suelo de aquel portal?

¿Cómo pudo caminar hasta la calle? ¿Cómo pudo hablar y expresarse? ¿Cómo es que sólo habló de su móvil cuando fue preguntada? ¿Cómo pudo su joven cuerpo acoger sin mayor daño, las embestidas de 5 hombres alcoholizados, si es que aquel acto fue realmente una violación?

Dudas que nadie se atreve a plantearse, por miedo a las fauces de esa jauría que ha tomado las calles. Esa es la otra manada de esta historia, la izquierda sectaria, enloquecida, que ha encontrado en este caso la mejor de las excusas para luchar contra sus demonios internos y sus delirios: el capitalismo, el estado opresor, el heteropatriarcado y hasta el franquismo, si me apuran.

Y ahora, esa manada de varones malnacidos –porque un hombre decente jamás llevaría a cabo un acto tan deplorable-, pasará a la sombra los años que ese grupo de jueces -¿mediatizados?-, ha determinado. Si  los dos primeros tribunales se equivocaron, ¿por qué creer que no se equivoca también este? ¿Y si se han equivocado todos? No quiero ni pensarlo.

De momento, mi solidaridad con esa víctima, que también lo es de esa manada humana totalitaria, que a pesar de la libertad que proclaman, no aceptan que una mujer sea libre para montarse una orgía en una noche de sanfermines.



Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

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