¿NOS ESTAMOS IDIOTIZANDO O QUÉ?

Me preocupa la sociedad española, debo reconocerlo. Dejando a un lado la situación política y económica que padecemos, voy a abordar otros asuntos que considero de mayor calado y trascendencia. Me gusta observar a la gente y analizar los usos y costumbres, todo aquello que puede ser catalogado como conducta social, nuestro comportamiento cuando estamos en lugares públicos o cuando nos relacionamos con los demás. Me temo que la sociedad española es cada vez más frívola y en algunas situaciones está perdiendo el norte.

Analizando el lenguaje corporal de los jóvenes, por ejemplo, existen gestos, intercambios, actitudes que me recuerdan cada vez más la conducta de los primates. Se hace gala de un lenguaje vulgar y en la medida en que el comportamiento es más soez y maleducado, más relevancia y estatus adquiere el joven en su grupo de iguales.

Hemos pasado de los tiempos de los JASP (jóvenes, aunque sobradamente preparados), al reinado de los ni-nis (jóvenes que ni estudian ni trabajan) ¿Qué ha pasado en estos últimos 10 años para que se haya producido tal vuelco en la valorización que se hacía del progreso y la formación? La crisis no tiene la culpa, aunque se utilice como excusa. Estudiar es gratis en este país y los padres que no tienen dinero para comprar libros, los reciben en la escuela normalmente. Aumenta cada año, de un modo escandaloso, el porcentaje de jóvenes que abandona la ESO sin titulación. Nunca hubo tantas facilidades para el estudio y nunca hubo tal índice de fracaso y abandono.

No soy crítica únicamente con los jóvenes.
Ayer sábado me dediqué a pasear la ciudad. Los sábados es día de despedidas de solteros, de bodas, de comuniones y bautizos. Día de celebraciones varias en los que la gente se engalana y festeja de un modo, en ocasiones, absolutamente ridículo o indigno.

Me repugna profundamente en lo que se han convertido las despedidas de solteros: festejos de mal gusto, en los que los novios recorren la ciudad haciendo gala de ropas y conductas indignas y vergonzantes. Fiestas en las que el alcohol y el sexo son protagonistas de un modo escandaloso.

Paseando por lugares emblemáticos de la ciudad, asistí a sesiones fotográficas de novios y niños de comunión y pude ver niñas de 10 años posando con sus inmaculados vestidos, con actitudes de top model y novios que parecían posar para el almanaque del friki.

Todos tenemos reportajes fotográficos que podemos mostrar con orgullo a nuestros amigos, pero dudo mucho que esas parejas de recién casados, vean el día de mañana sus fotografías de boda sin sonrojarse. ¿Porqué esos fotógrafos les obligan a posar haciendo el ridículo ante los monumentos de la ciudad? ¿Porqué los protagonistas encuentran tan original pasar el día de su boda haciendo malabarismos, acrobacias o cursiladas ante la mirada divertida de los viandantes?

En fin, que entre unas cosas y otras, nos hemos vuelto gilipollas, hemos perdido el sentido de la dignidad y el ridículo. Cada vez nos cuesta más distinguir el bien del mal, lo adecuado de lo inapropiado, lo normal de lo ridículo... en fin. ¿Adónde vamos a llegar?





Lagartija
Lagartija

Políticamente incorrecta. Lic. en Filosofía y CC. de la Educación. Profesora. Psicóloga. También escribo en infohispania.es

4 comentarios:

  1. Parece ser que hemos perdido el norte, los valores morales, o símplemente la tradición, parece que ya no son válidas y cuando tratas de defender las conductas tradicionales eres atacado por ello. Pero me consuela saber que hay muchas personas que están día a día tratando de cambiar el rumbo erróneo que hemos tomado.

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    1. Querido Álvaro, estamos perdiendo todo eso que indicas y lo peor es que pocos parecemos darnos cuenta. Hay una complacencia generalizada que es preocupante. No sé, veremos...
      Gracias por comentar!!

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  2. ¡¡¡Nos vigilas!!! Lo has reconocido... :) Jojojojojojojojojo

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